¡escuchad!

2005

Obra metafórica, propiciada por encargo para la exposición “Acordes, reflexiones plásticas sobre el sonido”, cuenta con una composición tipográfica que insta a realizar una acción que requiere concentración sobre un hecho sonoro que no se produce. Un monitor muestra un vídeo mudo en el que una mano pinta –más que escribe- las letras que componen el poema “Escuchad” de Maïakovski (1913-15).

La obra es un imposible relacional, un ejercicio de tipografía-caligrafía y de emisión de un mensaje, pero también una experimentación formal en la imagen grabada que obliga al trabajo simultáneo de las acciones de pintar y grabar por el mismo artista.

Instalación, 2005

Composición tipográfica

acrílico/ madera (10 piezas de 40x40 cm)

Monitor de tv sobre pedestal

acción de composición caligráfica

tinta / papel

 

Conversación con José Vallejo para la publicación de “Postlogos, Reflexiones sobre la apreciación del arte en la actualidad”, 2012.

JOSÉ VALLEJO

Terminamos la última conversación con un tema de gran interés, el mundo de la literatura. El proyecto del que hablamos hoy brota de un poema del poeta ruso de vanguardia Vladimir Maïakovski. ¿Cuál es la importancia de la literatura en tu obra? No necesariamente la formal, claro, ya que no sobre todo lo leído se pude elaborar un proyecto.

JAIME GARCÍA

Nunca he pensado que deba existir una relación directa del arte plástico con la literatura, menos aún con su carácter narrativo. Pienso que uno de los lastres más notables del cine, como disciplina autónoma, ha sido su subordinación a la novela y al teatro. Me gusta mucho el cine que se desarrolla desde un plano exclusivo de los recursos y posibilidades del medio creando un lenguaje propio. Más que la literatura, me interesan la poesía o la música -a la que, por cierto, en su periodo romántico le sucede algo parecido con el aspecto narrativo- por tener un lenguaje claro, podríamos llamarlo, si me permites, formalista, con el que se generan emociones directas, ajenas a los artificios propios de los trucos narrativos.

J.V.

Volviendo a la “¡Escuchad!”, conozco bien su génesis. Se trata de un encargo que te hice para una exposición que planteaba interpretaciones plásticas en torno al sonido para un lugar concreto, como fue el palacio de la Dar al-horra de Granada, y dentro de este, un espacio concreto. Curiosamente realizaste una obra que reclamaba la atención del oído, mediante una composición tipográfica y un vídeo donde se elaboraba una caligrafía, pero donde no existía el sonido. Hay varios elementos sobre los que quisiera incidir... Primero, una llamada de atención que pone en alerta al espectador y que me recuerda cuando, en mitad de una sinfonía de Mahler, la música se convierte prácticamente en un cuarteto y, de pronto, sucede un espectacular forte al unísono de toda la orquesta, que te levanta de la butaca. Y segundo, la necesidad de observar con detalle lo que está sucediendo en la pantalla, ya que nunca termina de verse con claridad…

J.G.

... te voy a comentar cómo se genera “¡Escuchad!” a partir del citado poema. Siempre me han interesado las vanguardias históricas, con las que se define un lenguaje particular. Leyendo a Maïakovski percibí su potencia sonora, su rotundidad rítmica de una gran vitalidad, casi primitiva. Al proponerme este asunto recordé ese poema que me proporcionaba las claves para armar una obra que manejase como herramientas el sonido, el silencio y el lenguaje. En ella se propone la superposición de dos planos diferenciados de la creación en un mismo hecho: la acción y la captación. Me estimuló acometerla a doble mano, donde al mismo tiempo se ejecutaban dos procesos creativos. Esto comporta alguna complejidad y me parece que el resultado es convincente y ajustado a la inquietante situación que se crea, una llamada a escuchar algo que no sucede.

J.V.

Estamos acostumbrados a leer y que las cosas no sucedan, pero a la imagen en movimiento tendemos a adjudicarle un sonido. La tensión generada en tal contexto resulta considerable para el espectador…

J.G.

... aunque acontezca la ausencia de sonido, sí existe algo significativo para la música, como es el silencio. Con el continuo de la caligrafía en un plano corto se genera un ritmo en el silencio que, finalmente, produce una obra muy musical.

Fotogramas del video, 35’.