warsaw’s screen

2004

Este trabajo se desarrolla tras una doble estancia en la capital de Polonia. Es una obra que trata sobre la ciudad. La ciudad como artefacto que llega a concretarse, en cada caso, con unas cualidades formales y cromáticas específicas que la identifican.  Éstas generan un ritmo interior propio que influye en la actividad de sus habitantes y ayuda, junto a otros aspectos, a entenderla. 

Tras algunas notas acerca de su estructura urbana y sus características cromáticas, un distanciamiento crítico y pasado un tiempo prudente que permita actuar a la memoria, desarrollo un cromatismo ideal de Varsovia, que identifica las sensaciones vividas en esa ciudad y la define desde un punto de vista personal, al margen de cualquier análisis científico o técnico de color urbano.


Esta instalación es un micro-ambiente

en el que forzando la capacidad perceptiva,

mediante sutiles variaciones en las escalas de

color  y de sonido, se recrea

un estado emocional.

Proyecto, 2004

Proyecto, 2004



Pantalla, 2011

Pantalla, 2011

Escala de color


(Conversación con José Vallejo. “Postlogos, Reflexiones sobre la apreciación del arte en la actualidad”, 2012.)

JOSÉ VALLEJO

“Warsaw’s screen” es una producción experimental basada en un grupo de apuntes que esbozaste en Varsovia durante la estancia de la Beca Manuel Rivera, pero realmente su cuerpo de trabajo pertenece a fechas posteriores. ¿Podemos entonces hablar de una tarea que evoca el difuso ámbito de la memoria?

JAIME GARCÍA

Así es. En esta ocasión resulta determinante el efecto de la memoria. Como comentabas surge de mi segunda estancia en Varsovia y de una suma de circunstancias personales, propias de aquel momento, en la que me planteé un proyecto sobre la ciudad sin una idea clara del resultado que se produciría finalmente. Iban apareciendo apuntes sobre la percepción urbana, sobre distintas facetas de la ciudad; un código de situaciones estándar que se repetían, recopiladas a través de una serie de paseos sistemáticos; rutas de norte a sur, de este a oeste, articuladas por las arterias principales. Pese a lo anterior se podía definir la ciudad como un artefacto material con unas cualidades formales y cromáticas que la identifican, generando un ritmo interior propio que influye en la actividad de sus habitantes y ayuda, junto a otras singularidades, a entenderla. Para ello evité el estudio histórico, social o legislativo, que interpretara los fenómenos formales que percibía. Me cautivaba la cuestión de la percepción, del acceso sensorial a la ciudad y su interpretación emocional. Percibí que Varsovia sintonizaba con mi sensibilidad.

Al principio me fascinó la relación entre lo que sucedía en el cielo y en el suelo que evidenciaba cierta continuidad. Traté de fijar equivalencias mediante varios esquemas que no llegaron a tener un resultado definitivo. Pasado el tiempo, y dejando actuar a la memoria como un archivo de sensaciones, observé que se producía un paralelismo entre mi estado emocional y mi percepción de la ciudad, y un cromatismo ideal rememorado me pareció la fórmula que mejor la definía. Esta escala de color es ajena, y no se basa en argumentos científicos o técnicos del color urbano. Es una representación emocional con una carga subjetiva incuestionable.

J.V.

De hecho, produce unas sensaciones que, a través de una gama cromática en la que predominan los tonos cálidos sobre una paleta de intención fría, parecen pertenecer al mundo del sueño. Mientras que en otras propuestas se evidencia la intención de aprehender los fenómenos de manera objetiva y cognoscible, ahora se constata un propósito subjetivo y emocional. Lo que me obliga a preguntarte ¿cómo definirías esa ciudad desde tu mirada y cómo llegaste a la conclusión de representarla mediante el color? Y por lo que se refiere al aspecto ensoñador que singulariza la gama cromática, ¿hay una intención de congelar la imagen en el tiempo, de captarlo?

J.G.

Mi impresión de Varsovia es la de una ciudad bastante especial, una ciudad dura y compleja concebida desde una planificación comunista y que para mí posee una característica general bien definida: una ciudad sin una jerarquía urbana clara, donde se produce una continuidad en su formalidad. Puedes subir en cualquiera de las líneas de autobuses o tranvía que atraviesan la capital de un punto cardinal a otro y, si te quedas dormido por el camino, no sabrías reconocer dónde te encuentras. Las referencias son semejantes en casi cualquier punto. Naturalmente, esto encierra una generalidad, claro, y desde la perspectiva de hace unos años, antes de los grandes cambios que seguro se han producido en estos últimos tiempos.

En cuanto al cromatismo y su calidez, me parece un hecho consustancial a las ciudades: en caso contrario son difícilmente habitables. Hay algo que lo produce: la mancha, el humo, el paso del tiempo. Efectivamente, hay una intención de congelar un momento de la existencia personal y recrear el efecto que produce, como el aroma del jazmín que a algunos nos transporta a nuestra infancia. En cuanto esto sucede, las cualidades concretas de la ciudad se diluyen y pierden protagonismo frente a la emoción causada. Elijo el color y también el sonido para crear un micro-ambiente en el que forzar la percepción mediante mínimos cambios progresivos, que producen un estado emocional definido.

J.V.

Y algo tan evocador de un medio, lugar o paisaje, como es el sonido… ¿Cuál es su presencia?

J.G.

El micro-ambiente se establece en dos niveles íntimamente relacionados, el visual y el sonoro, desarrollados de manera análoga para crear una unidad conceptual.

Al contrario que otros vídeos, planteados para ser vistos durante solo unos segundos, lo que en una exposición supone el tiempo de atención usual del espectador, resulta trascendental que la permanencia en el entorno de esta obra acontezca en un lapso mayor de tiempo: el tiempo necesario para la alteración del ánimo a través de lo percibido.

J.V.

Con respecto a las anteriores ¿“Warsaw’s screen” podría considerarse sui géneris, o también se refleja en muestras posteriores?

J.G.

A partir de “Warsaw’s screen”, exceptuando “No-lugar”, que obedece a otras intenciones, toda mi producción tendrá unas referencias comunes: arte, y Eros y Thánatos como motor de la creación.


La memoria del color, 210x490 cm, versión 2019

Bloc de notas