De valores y sentires. Nº7: Don Juan, 1 de noviembre

Juan. - ¿Y ese reloj?

Estatua. - Es la medida

               de tu tiempo.

Juan. - ¡Expira ya!

Estatua. – Sí; en cada grano se va

               un instante de tu vida.

Juan. - ¿Y esos me quedan no más?

Estatua. – Sí.

 

La fugacidad de la vida. Quizá sea esta una de las claves para comprender la figura mitológica de Don Juan.

Don Juan es uno de los pocos mitos occidentales que no nos llega de los clásicos greco-romanos. Es un mito moderno genuinamente español pero de repercusión universal. Arquetipo del transgresor de leyes humanas y divinas, pendenciero, arrogante, seductor y valiente, y en desafío constante a la muerte. Una posición en la vida de eterno insatisfecho.

Concretado como gran personaje literario en el barroco español por Tirso de Molina en “El Burlador de Sevilla y convidado de piedra” (1630), de él se han realizado multitud de interpretaciones o refundiciones tanto en el mundo hispánico como en el francés de Molière y Dumas, el italiano de Da Ponte, el inglés de Lord Byron o el ruso de Pushkin, por citar algunos de los más relevantes.

La historia de Don Juan se podría resumir así:

Tras seducir a una duquesa en Nápoles, tiene que huir de la ciudad, llegando a las costas de Tarragona, donde, en su fuga, continua con su carrera de seducción y engaño. Llega a Sevilla y allí, tras una apuesta, seduce a una inocente joven y luego mata a su padre, el comendador don Gonzalo, que acude a auxiliarla. Tiempo después, tras una ausencia de la ciudad, vuelve a Sevilla y en una iglesia ve la estatua del comendador sobre su tumba. Invita a la pétrea figura a cenar, tras la cual esta le devuelve la invitación esta vez junto a su sepulcro. Cuando Don Juan llega al convite, la estatua del comendador lo agarra de una mano y lo lleva a los infiernos.

En 1844, el poeta y dramaturgo romántico José Zorrilla y Moral, publicó “Don Juan Tenorio, drama religioso-fantástico en dos partes”, concebido, según nos cuenta él, en una noche de insomnio y redactado en veintiún días. Desde ese mismo año, con su primera representación, tuvo el favor del público llegando a convertirse en una obra fundamental de la cultura popular de habla española, representándose especialmente las vísperas y días de Todos los Santos.

La diferencia fundamental de la interpretación del mito por el poeta vallisoletano con respecto a sus precedentes, es la redención final de nuestro pendenciero, creando así un nuevo héroe romántico. En las versiones de Tirso, Claramonte, Zamora,… el vividor Don Juan sigue desafiando a los muertos y a la ley divina hasta sus últimos momentos, siendo por esto arrastrado hasta lo más profundo del infierno.

 

Juan. - …

     ¡Ah! Por doquiera que fui

     la razón atropellé,

     la virtud escarnecí

     y a la justicia burlé,

     y emponzoñé cuanto vi.

     Yo a las cabañas bajé

     y a los palacios subí,

     y a los claustros escalé;

     y pues tal mi vida fue,

     no, no hay perdón para mí

     ¡Mas ahí estáis todavía (a los fantasmas)

     con quietud pertinaz!

Dejadme morir en paz

     a solas con mi agonía.

 

El burlador Don Juan es vencido por el “candor e inocencia angelical de Doña Inés que rinde su corazón libertino” y queda dispuesto a someterse a las leyes sociales y como expresa tan ajustadamente Aniano Peña, el milagro de tal cambio es debido al “poder civilizador de la belleza”.

El éxito popular de esta obra teatral se debe a la efectividad del verso de Zorrilla, a su excelente técnica dramática y sobre todo a que plantea la posibilidad de redención, de arrepentimiento, de perdón, conclusión que llena de esperanza al público, y de gran emoción tras el sofisticado efecto teatral del final de pieza, en la que Don Juan, dispuesto a morir “a solas con su agonía” desafía a la estatua de Don Gonzalo,

Juan. –

¡Aparta, piedra fingida!

Suelta, suéltame esa mano,

que aún queda el último grano

en el reloj de mi vida.

Suéltala, que si es verdad

que un punto de constricción

da a un alma la salvación

de toda una eternidad,

yo, Santo Dios, creo en Ti:

si es mi maldad inaudita,

tu piedad es infinita…

¡Señor ten piedad de mí!

 

y de rodillas tiende al cielo su mano libre mientras sombras y esqueletos se abalanzan sobre él para arrastrarlo al infierno, cuando justo en ese instante se abre la tumba de Doña Inés tomando esta la mano de Don Juan para salvarlo.

El sacrificio del amor puro hace posible la redención. Un ejemplar drama Romántico.

 

Llegó el final de octubre, como dice Ortega, “días de melancólica otoñada”, y como intento hacer todos los años de una forma u otra, rindo homenaje a José Zorrilla y al Romanticismo español, sumándome a la tradición de representar este Don Juan la víspera del día de Todos los Santos. En esta ocasión, he realizado una edición de un “teatrillo” con siete estampas correspondientes a cada uno de los actos de la obra.

Señoras y señores, disfruten de la representación:


Puede ver la edición en este enlace:



De valores y sentires. Nº6: Universidad de Yale, 2015

Me gusta tener una hija adolescente. A pesar de estar en una edad de desorden hormonal, en la que es muy difícil que mantenga la atención y concentración en algo que no sean sus chorradas juveniles, es muy interesante, ya que se puede establecer con ella una incipiente y estimulante relación intelectual. Por las tardes realizamos nuestras tareas en la misma mesa de trabajo y suelo prestar atención a las materias que le imparten en clase, para así posibilitar reflexiones complementarias y/o alternativas al temario curricular. Hace poco preparaba un examen de Historia sobre la evolución de los homínidos hasta nuestros días. En la materia a tratar manejaba un gráfico de línea de tiempo, en el que, en aras a una supuesta mejor compresión de los contenidos, se sacrificaba el rigor científico. Este gráfico desarrollaba una evolución de unos 4.000 millones de años, con una escala súper descompensada en cuanto a la duración proporcional de los distintos periodos. Le propuse que se fijara en la relación temporal del periodo del “Homo habilis” con respecto a la Edad Moderna. Es normal que se asombre debido a la dificultad que aún tiene de entender las escalas temporales. Es difícil que un adolescente concrete miles de millones de años cuando para él la antigüedad son los años 80 del siglo pasado. Para la especie, ese tiempo no es tanto, el suficiente para ir modificando la información genética que la define, su apariencia y su comportamiento inconsciente, mediante lentas modificaciones fruto de los procesos de adaptación al entorno. Es interesante visualizar ese proceso en un gráfico, desde que tenemos seguridad de la aparición de los primeros homínidos bípedos, los “Australopithecus”, hasta el ser humano actual, el “Homo Sapiens Sapiens”. Más interesante es aún visualizar lo insignificante que es la “Edad Contemporánea”, en este proceso evolutivo. Y es absolutamente ridículo el periodo que arranca tras la Segunda Guerra Mundial, que es en el que vivimos.

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Comento esto, por la, me parece, actitud naif y adanista de las últimas generaciones, las nacidas tras las revueltas de finales de los 60 que consideran la “re-creación” o la “re-programación” del individuo y de la sociedad contemporánea. Pienso que este punto de vista, digamos que algo infantil, es fruto del pensamiento utopista-revolucionario del siglo XIX, ajustado al comienzo del siglo XX por la expansión industrial y reformulado críticamente tras la crisis de la Guerra Mundial por el estructuralismo y posestructuralismo francés surgido de la confrontación al modelo historicista alemán. Un seguimiento ciego del “Pop-Star” del pensamiento galo, Michel Foucault, tiene mucho que ver con todo esto.

Hoy, en esta serie de “Valores y Sentires” (que es la reflexión previa a un proyecto expositivo), no solo quiero hablar de un suceso concreto, sino de una situación, de un estado general de las cosas. Me gustaría empezar por un hecho acontecido en el Campus de la Universidad de Yale en 2015:

/ UYale, 2015. La administración manda un correo al alumnado indicándoles que opten por disfraces que no hieran la sensibilidad de ninguna minoría. Erika Christakis, profesora residente en el campus, ante lo que consideraba un exceso del Rectorado, reivindicó, en un escrito exquisito, el tono festivo, transgresor de Halloween y alertó de las consecuencias sociales y académicas de aceptar que la burocracia se inmiscuya hasta en la ropa de fiesta. La tormenta posterior fue épica: Nicholas Christakis, también profesor de la universidad, argumenta con un grupo de estudiantes indignados por el escrito de su mujer. El profesor recibe insultos, llantos y gritos por su "insensibilidad", su "racismo" y por alentar un entorno donde pueda "acaecer la violencia" contra las minorías. Un alumno le dijo que “no quería confrontar ideas, quería expresar sus sentimientos”.

Cada vez más, el lexicón de la izquierda cultural posmoderna se convierte en mainstream: "espacios seguros", "microagresiones", "prejuicio inconsciente", "pronombres escogidos", "apropiación cultural", "interseccionalidad", "opresión sistémica”: un ramillete de conceptos “resistencialistas” y neologismos orwellianos que evidenciaban una traslación sintomática: el confort moral del alumno ultrasensible como bien supremo. En el nuevo ecosistema universitario, hay que sacrificar el temario por el bienestar estudiantil, los hechos por el “wishful thinking” y la incómoda verdad por la deseada justicia social. Es el razonamiento del "antifa": callar al intolerante es no solo un acto de justicia, sino un deber moral para prevenir la violencia que desatarían sus palabras, esos "discursos del odio". La dialéctica de la defensa propia. Después emerge otro salto: odio es lo que yo diga que es odio. Lo que implica que odio es simplemente, aquello que no se ajusta "a mi forma de pensar". La tolerancia queda sustituida por el dogma. Si las ideas del profesor desafían los mandamientos del Social Justice Warrior, automáticamente se etiquetan de fachas, racistas, homófobas. La profesora Christakis renunció a dar clase en Yale desde ese momento. / (Resumen del artículo “Censura en el campus”, de Alberto Nahum García)

(Erika y Nicholas Christakis)

(Erika y Nicholas Christakis -Imagen de su Facebook personal-)

 

Al leer este hecho en la prensa me vino a la cabeza el maravilloso y preclaro “Prefacio y preludio” de Harold Bloom en su brillante defensa de “El canon occidental” de 1994: “En la actualidad nuestras instituciones educativas están atestadas de resentidos idealistas (definidos por él como “Escuela del resentimiento”) que denuncian la competencia tanto en la literatura como en la vida, pero, según todos los antiguos griegos, estética y agonística son una sola cosa, verdad que después fue recuperada por Bruckhardt y Nietzsche. Lo que Homero enseña es la poética del conflicto (…) ahora la moda en nuestras universidades y facultades, donde todos los criterios estéticos y casi todos los criterios intelectuales han sido abandonados en nombre de la armonía social y el remedio a la injusticia histórica”.

Como él mismo decía (“Me siento bastante solo en la actualidad al defender la autonomía de la experiencia artística”), hoy, y desde hace ya unas décadas, es difícil defender ciertos aspectos de la realidad como algo independiente de la ideología, una extraña alianza entre diversas inercias reaccionarias y la corriente utopista. Pero en realidad el profesor Bloom no está solo. Lo demuestra su “discípula” Camille Paglia, ciclón intelectual que lleva desde los años 90 sacudiendo con fuerza al establishment académico, social y político americano. En su volumen de recopilación de diversos ensayos y artículos de los años 90 “Vamps & Tramps, más allá del feminismo”, podemos leer un texto de 1992 titulado “El campus escuela guardería: la corrupción de las humanidades en los Estados Unidos”. En él describe como una nueva élite de “contemporizadores y mercenarios han tomado las universidades americanas, tras la huida del talento, recompensados por el amiguismo y el conformismo”. Nos cuenta como “los multiculturalistas y los políticamente correctos en las cuestiones de raza, clase y género, en realidad, representan una continuación de la amable tradición de respetabilidad y conformidad (…) que busca por encima de todo no ofender y que por lo tanto debe fingir no notar las diferencias ni distinciones entre personas o culturas (…) Las universidades abrieron el camino al crear un gueto ahistórico de estudios negros, que engendró los estudios de la mujer, y a su vez los de los gays (…) Cabe preguntarse si los intereses de los negros, las mujeres o los gays han sido atendidos por esos feudos políticos. Todo lo contrario, estos programas han dado origen a la nueva policía del pensamiento que es la corrección política”.

Ella misma, gran polemista, ha sido víctima del ataque feroz de esta “policía”, siendo acusada de ser la voz de la extrema derecha cuando planteaba sus argumentos sobre las violaciones en los campus, su posición respecto al feminismo, la pornografía y la prostitución. Como ella nos dice, “El discurso racional no es posible en una atmosfera de histeria de masas”.

Me parece que hoy en día están muy distorsionados los términos “progresista” y “conservador”, que han llegado a nosotros con una inercia, un mar de fondo, que desvirtúa su genuino significado. La mayoría de “progresistas” actuales, en sus posiciones con respecto a la naturaleza, a la economía o la sexualidad, por ejemplo, han pasado a formar parte de una neo-religión laica con espíritu reaccionario y conservador (véanse las teorías del “Decrecimiento” o “Crecimiento 0”, la defensa de mercados laborales propios del siglo XIX y las posiciones con respecto a la pornografía y la prostitución)

 

Pasemos ahora a ver otros aspectos que afectan a ese nuevo puritanismo y a las estrategias de censura actuales. Voy a comentar un par de casos sucedidos en los últimos años protagonizados por dos hombres del mundo de la cultura y espectáculo. En agosto de 2019, nueve mujeres, de forma anónima, denunciaron por acoso sexual al cantante y director de orquesta Plácido Domingo, mediante una nota en Associeted Press:

“La única mujer que ha aceptado revelar su nombre es la mezzosoprano Patricia Wulf, quien asegura en declaraciones a AP que conoció a Domingo en 1998 durante la representación de ‘La flauta mágica’ en Washington. Según sus propias palabras, Domingo la esperaba tras las representaciones para felicitarla y alabarla, preguntándole por qué debía irse a casa temprano. ‘Totalmente y con toda certeza, era acoso sexual’, dice hoy Wulf. ‘Cuando un hombre se te acerca tanto y con una sonrisa te pregunta si te tienes que ir ya a casa, de forma repetida, no encuentro otra conclusión de que quiere irse a la cama conmigo’, añade, según AP. Wulf mantiene que no hubo contacto sexual entre ambos y que su marido estaba al tanto de los acercamientos de Domingo”.

“Sólo una de las nueve mujeres asegura que se sintió obligada a tener relaciones sexuales con Domingo. Fue en 1988, y esta mezzo formaba parte del coro en un montaje de ‘Los cuentos de Hoffman’ en Los Ángeles. El tenor se ofreció a ayudarla en su trabajo y la citó a varios encuentros a solas, según recuerda ella. Durante tres años se vieron periódicamente y, según ella, en 1991 se acostaron juntos, en una ocasión en el hotel Biltmore de Los Ángeles y otra en la residencia del propio Domingo en la misma ciudad. Tras el segundo encuentro, la mezzosoprano decidió cortar todo contacto con el tenor y hoy mantiene que eso acabó con su carrera, algo que el propio Domingo ha negado en su comunicado.” (Extractos de prensa)

Como se puede ver, fue una denuncia en los medios de comunicación de hechos que habían sucedido hacía bastantes años. Nunca se llegó a realizar una acusación en ningún juzgado o comisaría, y la propia naturaleza de la denuncia es, por decirlo de alguna manera, bastante vaga y ciertamente interpretable. El cantante, torpemente, emitió una serie de comunicados disculpándose por si había ofendido a alguien, pareciendo lo que en realidad no quería hacer, un reconocimiento implícito de los hechos. El asfixiante e inquisitorial ambiente dominante, una pérdida de contratos y de prestigio personal, fue le razón de estas desafortunadas notas. Él siempre ha mantenido que nunca hizo nada ilegal ni siquiera amoral. Uno de los efectos inmediatos de estas acusaciones en plaza pública, fue su despido como director de la Ópera de los Ángeles, así como la cancelación de todos sus contratos de ese año. En España fue despedido de sus representaciones programadas en el Teatro Real, por el Ministro de Cultura, el Sr. Juan Manuel Rodríguez Uribes, que declaró al respecto: “Cometer actos graves tiene consecuencias”. El estado de cosas es tal, que no se necesita probar que se hayan cometido “actos graves” en un juicio justo y con garantías, para condenar a una persona a la muerte civil y profesional. Siguiendo esta misma dinámica ético-moral, el ministro Rodríguez debería haber dimitido inmediatamente y haber pedido la dimisión de Presidente del Gobierno cuando se hizo público que el Sr. Sánchez podía haber plagiado su Tesis Doctoral (la compañía Plagscan emitió un comunicado diciendo que había un 21% de material plagiado) y además esta, podía haber sido realizada por un grupo de personas cercanas al Ministerio de Economía de ese momento.

 

Otro acusado hace menos tiempo, ha sido el RockStar Marilyn Manson, denunciado por abusos, por su exmujer Evan Rachel Wood a través de Instragram.   

“Obviamente, mi vida y mi arte han sido como imanes para la polémica, pero estas recientes acusaciones vertidas sobre mí son horribles distorsiones de la realidad. Mis relaciones íntimas han sido siempre completamente consensuadas con compañeras que compartían mi mentalidad. Independientemente de cómo o por qué ahora se intente tergiversar el pasado, esa es la verdad”.

He de decir que admiro a estos dos personajes. No los conozco personalmente, ni tengo interés. Tampoco sé si son buenas personas, ni me importa. Tengo claro lo que significan en su actividad artística y lo importantes que han sido para mí. Plácido Domingo es una leyenda viva del mundo de la Ópera, un coloso, y Marilyn Manson es el último rockero. No sé lo que han hecho personalmente ninguno de los dos, pero creo que, si han hecho algo ilegal, tendrían que ser juzgados y si se demuestran las acusaciones, condenados. Personalmente, pienso (y por eso he escrito estas notas), que lo de Plácido Domingo es indigno de una sociedad civilizada. Me remite al ajusticiamiento en plaza pública por una muchedumbre enfurecida.

Respecto a este ambiente neo-inquisidor, en el que pagan igual culpables que inocentes, ya que están desapareciendo las garantías jurídicas, quiero hacer referencia a un manifiesto de un centenar de mujeres del mundo del arte y la cultura francesa, con Catherine Deneuve a la cabeza, que redactaron en enero de 2018 contra el “nuevo puritanismo”:

/La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un crimen, ni la galantería es una agresión machista. Ha habido una conciencia legítima de la violencia sexual contra las mujeres, particularmente en el lugar de trabajo, donde algunos hombres abusan de su poder. Era necesaria. Pero esta liberación de la palabra se convierte hoy en su opuesto: ¡Nos ordenan hablar, a silenciar lo que enoja, y aquellas que se niegan a cumplir con tales órdenes se consideran traidoras, cómplices!  Una característica del puritanismo es tomar prestado, en nombre de un llamado bien general, los argumentos de la protección de las mujeres un estado de víctimas eternas. #metoo ha provocado en la prensa una campaña de denuncias de personas que, sin tener la oportunidad de defenderse, fueron puestas en el mismo nivel que los delincuentes sexuales.  La ola purificadora parece no conocer ningún límite. Censuramos un desnudo de Egon Schiele; pedimos la eliminación de una pintura de Balthus de un museo por apología de la pedofilia; en la confusión del hombre y la obra, pedimos la prohibición de la obra de Roman Polanski. Una académica considera que la película de Michelangelo Antonioni Blow-Up es "misógina" e "inaceptable". A la luz de este revisionismo, ni John Ford ni incluso Nicolas Poussin quedan a salvo.  Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que toma el rostro del odio hacia los hombres y el sexo. Los incidentes que pueden tener relación con el cuerpo de una mujer no necesariamente comprometen su dignidad y no deben, convertirla en una víctima perpetua. Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que valoramos no está exenta de riesgos o responsabilidades./

(CC BY-SA 2.5)

 

Termino, ya que este escrito dominical se está alargando demasiado. Quería haber hablado al hilo de esto del Código Hays de Hollywood, de la censura franquista, de la quema de libros, del disidente y la heterodoxia… pero eso puede ser material para otra semana. Mejor acabo de la mano de Nick Cave (al que le pareció intolerable que censuraran el precioso villancico de The Pogues “Fairtales in New York” porque en una discusión de pareja, ella le llamaba a él “maricón”):

“... if we don't have forgiveness, then we don't have freedom to speak our minds. We don't have freedom to make mistekes, and, the way we grow as humnan beings is to make mistakes, we make mistakes and we learn from them.... i think we need freedom to make mistakes, that's what life's all about, as far as i'm concerned”.

 

Y cierro esta página de mi Cuaderno con las palabras con las que concluye las conferencias mi admirada Paglia: “Odia el dogma. Ama el aprendizaje. Ama el arte”.



Tiziano: amor, deseo, muerte

En marzo de 2020 se inauguró en la National Gallery de Londres, la exposición “Titian, love, desire, death”, en la que después de mucho tiempo, se pudieron ver juntas las seis “Poesías” que el pintor veneciano realizó entre 1553 y 1562 para Felipe II. Las “Poesías” son una serie de cuadros concebidos a partir de la obra de Ovidio “Las Metamorfosis”. Unas pinturas dedicadas a varios episodios “amorosos” de la mitología clásica: “Dánae” (Londres, Apsley House), “Venus y Adonis” (Madrid, Museo del Prado), “Perseo y Andrómeda (Londres, Wallace Collection), “Diana y Acteón” y “Diana y Calisto” (Edimburgo, National Gallery – Londres, National Gallery) y “El rapto de Europa” (Boston, Isabella Stewart Garden Museum).

 

El joven, príncipe heredero, ya comenzó una intensa relación con el maduro Tiziano, pintor que había trabajado para su padre en el programa de la imagen del nuevo Imperio Europeo, con obras como “El Emperador Carlos V con perro” (1533) y “Carlos V a caballo en la batalla de Mühlberg” (1548).

Felipe II accedió al trono en 1556 y desde muy temprano tuvo gran interés en la adquisición de grandes obras de la escuela flamenca y de la veneciana, exponente esta, de la pintura más exuberante y sensual que se desarrollaba en Europa en ese momento, teniendo a Tiziano como gran maestro, y con una estrecha relación con la monarquía española, que ayudó a concentrar en las colecciones reales obras fundamentales para el desarrollo del arte europeo. Felipe II le hizo un encargo muy concreto para sus estancias privadas, una serie de pinturas de explícita carnalidad para disfrute de los sentidos, y el fruto de este encargo fue esta excepcional colección de cuadros, que tras la llegada al trono de los borbones se fue dispersando por Europa. No ha sido posible reunirla hasta la fecha por problemas de reconocimiento en la autoría de algún cuadro, y por la prohibición expresa de ciertos museos al préstamo. Solventadas estas dificultades, por fin se ha juntado esta serie programática del mejor erotismo renacentista.

Apunté en la agenda la visita a Londres para ver esta exposición, pero no pudo ser. Pensé: ¡al menos me queda el catálogo!, pero cuando fui a pedirlo, la falta de acuerdo comercial entre el UK y la UE por el Brexit, está haciendo que el Museo no envíe sus productos a territorio europeo… ¡jajajaja! Bueno, paciencia.

El otro día, mientras buscada datos para el texto que publiqué la semana pasada sobre EL COLUMPIO (en el que hago referencia a alguna de estas obras), pensé comentarle a Vallejo que tendríamos que realizar un texto reivindicando a Felipe II como “fino erotómano” y a Tiziano como “maestro de la sensualidad”. Pues justo un rato después, vi que el Museo del Prado estaba terminando el montaje de la exposición “Pasiones mitológicas”, que felizmente volverá a reunir este conjunto de obras. Se inaugura la próxima semana y estará abierta hasta julio, y esta vez, aunque tenga que hacer una salida clandestina a Madrid, disfrazado con peluca y bigote, ¡no me la pienso perder!

Con motivo de esta inauguración, que considero un extraordinario acontecimiento, he cambiado lo que tenía previsto publicar hoy, para recuperar una conferencia sobre “La bacanal de los andrios” que realicé en 2001. Alguno de vosotros ya la conocerá (se publicó en Geometría del Desconcierto/Ediciones), por lo que pido disculpas, pero creo que la ocasión lo merece. Siempre es un buen momento para disfrutar del grandísimo Tiziano Vecellio di Gregorio.

 


La soleada tarde del catorce de diciembre de dos mil diez, tras haber almorzado en un restaurante del Barrio de las Letras, un estupendo cocido acompañado con dos botellas de vino y una de orujo, José Vallejo y yo nos dispusimos a visitar el Museo del Prado para disfrutar de la obra de Tiziano, “La bacanal de andrios”. Después de un primer análisis y crítica de algunos detalles de la ampliación de la pinacoteca, entre otras cosas la desafortunada ubicación del cuadro en cuestión, nos plantamos frente a la obra para contemplarla y hablar largo y tendido sobre los aspectos técnicos y emocionales que nos sugería. Mientras, una vigilante no dejaba de observarnos por si, en nuestra ensimismada y expresiva conversación, nos acercábamos peligrosamente al lienzo. Así transcurrieron varias horas hasta que finalmente nos llamó la atención para abandonar la sala, ya que el museo iba a cerrar. Nos retiramos con la emoción propia del que es consciente de lo maravilloso de poder disfrutar de estas grandes obras de ser humano. Fuimos a tomarnos unas cervezas para celebrarlo ya que el día lo merecía.

Como no puedo reproducir la conversación que mantuvimos, voy a exponer un resumen de la charla que di, invitado por mi amigo Juan Carlos Friebe, en la Biblioteca de Andalucía dentro del taller “Arte y literatura: creación y recreación”, realizado por esos mismos días.

 

IMÁGENES: ARTE Y EROTISMO COMO MOTOR DE LA CREACIÓN

“Quien desdeña la pintura, delinque contra la verdad, delinque también contra toda esa sabiduría que debemos a los poetas – ya que poetas y pintores contribuyen por igual a nuestro conocimiento de las gestas y del aspecto de los héroes – y desdeña la proporción, gracias a cuyo ejercicio participa de la razón.” FILOSTRATO, “Imágenes, I, 0″.

El Objeto

Se trata de la obra de Tiziano “La bacanal de los andrios”Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Prado  con la siguiente ficha de catálogo:

Como se ve, ésta es una descripción del objeto inventariado en dicho museo. Y es de cierta utilidad para conocerlo, como “bien mueble”.

La de arriba, es una reproducción en baja resolución de una fotografía no especialmente cuidada. Podemos ver una reproducción de alta resolución en la web del museo: Galería “on line” del Museo del Prado. Con esta información visual tendremos una idea más precisa de la obra, como objeto, pero la verdadera percepción y comprensión de este tipo de “objetos artísticos” sólo la obtendremos con una contemplación directa.


Genealogía de un cuadro

“LOS ANDRIOS. La tierra se abre en ríos de vino, en la isla de Andros, y este cuadro cuenta la historia de los andrios, ebrios de ese río. La tierra borbotea vino para los hombres de Andros, por obra de Dionisos, y les obsequia con un río; si desearas agua no encontrarías mucha, pero si desearas vino, tendrías un río enorme y divino; ese río menosprecia al caudaloso Nilo y al Istro, y dice de ellos que, aunque fueran más pequeños, serían tenidos por mejores si fluyeran como fluye éste.

Me parece que los hombres están cantando, junto con sus mujeres y niños, coronados con hiedra y carrasca de encina, unos danzando, otros tumbados a ambas orillas del río, y también, en cierto modo, es evidente el tema de su canto: el Aqueloo produce zarzos, el Peneo baña el Tempe y el Pactolo es rico en flores; sin embargo, este río hace a los hombres ricos, poderosos en la asamblea, generosos con los amigos y hermosos: aunque fuesen enanos, alcanzan cuatro codos de altura. Cuando uno ha bebido de él reúne todas estas cualidades y las hace suyas en su imaginación. He aquí su canto: sólo éste entre todos los ríos no lo vadean ni boyeros ni caballos, sino que brota lleno de vino por mediación de Dionisos; se puede beber sin mezcla, y fluye sólo para estos hombres. Intenta escuchar, entendiendo lo que cantan, aunque su voz tartamudee por efecto del vino.

Vayamos, sin embargo, a lo que se ve en el cuadro: el río yace en un lecho de racimos, su fuente brota a borbotones, sin mezcla alguna, en derredor crecen los tirsos como las cañas junto al agua, transformando la tierra y lo que en ella hay en estos banquetes para tritones que ya desde el nacimiento del río se juntan y sacan vino de él con la ayuda de unas conchas. Los unos beben, otros soplan hacia fuera, pero los hay también que, completamente bebidos, bailan. Dionisos va a zarpar de Andros hacia un cortejo báquico y su nave, todavía amarrada en puerto lleva un cortejo de Sátiros, de Lenas y todos los Silenos. Lleva también a la Risa y a Como, dos divinidades muy dadas a la algaraza y al banquete, para que el río, con sumo placer, haga con ellos la cosecha.” FILÓSTRATO. “Imágenes, I, 25″.

 

Arte, creación y recreación: interrelación de disciplinas artísticas, interferencias, presupuesto y decisiones

El resultado formal último de una obra, es fruto de una serie de decisiones propias del artista y de una serie circunstancias ajenas a este. Dentro de estas, han sido muy importantes, la interrelación de disciplinas artísticas, así como la fuerte conexión entre las diversas corrientes del pensamiento y el desarrollo del arte. Fundamentales han sido los promotores, mecenas y clientes que han interferido en la concreción de las obras de muchos artistas a través del encargo y el presupuesto. Por lo que me atrevería a decir que el arte es el continuo desarrollo “coyuntural” de una serie de ideas esenciales, aunque lo cualitativo de una obra siempre está en manos del artista en última instancia.

En “La bacanal de los andrios” se dan entre otras las siguientes circunstancias:

// Imágenes,

descripciones de cuadros de una galería ideal de obras helenas y romanas realizadas por Filóstrato “el viejo”, sofista -maestro de la retórica y del arte de analizar el sentido de las palabras como medio de educación- griego del siglo II-III dC. En el capítulo de este libro, que hemos leído con anterioridad, se basa Tiziano para desarrollar esta pintura.

// El encargo

Alfonso d’Este, duque de Ferrara (comitente), en 1518 idea un ambicioso programa decorativo para una serie de estancias del Palacio Ducal. Para ello plantea al intelectual humanista Mario Equicola (“curator”) que diseñe un programa expositivo dedicado a Baco, con obras de Bellini, Fray Bartolomeo, Rafael y Tiziano.

// El Camerino de alabastro

es una estancia privada del Palacio ducal diseñada por el arquitecto Antonio Lombardo y dedicada a los placeres del vino, a la actividad de mirar y admirar y la rivalidad y comparación –“parangone”- entre pintura y escultura. Se expondría la colección de antigüedades, objetos raros, jarrones y recipientes para beber propiedad del duque, y finalmente las obras “El festín de los dioses” de Bellini-Tiziano, “La bacanal de los andrios”, “Ofrenda a Venus y “Baco y Ariadna” de Tiziano.

Se diseña otra estancia, el “Estudio de Mármol”, dedicada a la sabiduría, la fortaleza y la paz.

La National Gallery de Londres, en su exposición de 2003 “Titian”, reconstruyó el Camerino como vemos a continuación:

En el siguiente enlace podemos ver una reconstrucción virtual: “El Camerino de alabastro”.

 

Genealogía de una pasión

/ La contemplación y el erotismo

Dos cuestiones me parecen fundamentales en la concepción de “El Camerino de alabastro”su carácter de espacio privado, y su consagración a la contemplación como forma de conocimiento sensorial y de puro placer de la mirada, el que es capaz de llevarnos a la excitación. Por eso considero importantísimo al erotismo como motor de la creación.

Me parece que no pudo haber una elección más acertada para la realización de estas pinturas que la del pintor veneciano, formado en la sensualidad de los tejidos, la exquisitez de los pigmentos… Un artista que pinta la “Venus de Urbinocuadro que causa admiración y demanda entre sus clientes por su manifiesta lujuria. No dudo, y es algo que siempre he tenido presente, de la intención erótica del pintor al trazar “La bacanal” (parece que autores como Carlo Guinzburg tampoco).

/ Primeros contactos con el cuadro

Esta obra ha formado parte de mi universo personal desde pequeño. Su descubrimiento a través de una enciclopedia casera coincide con mi despertar sexual y junto con “Les demoiselles d’Avignon” despiertan en mí la pasión por el arte. Por otra parte, en mi imaginario sexual se mezclaba la agitación y carnalidad de la obra de Tiziano con las poses provocativas de las “pets” de Penthouse y las chicas de Interviú:

Del cuadro de Tiziano he realizado multitud de versiones y acercamientos con distintas técnicas y soportes casi desde el primer día que lo vi.

/ Descripción sensorial

Me gustaría poner juntos dos cuadros del camerino: “La bacanal” y “El festín de los dioses” de Bellini (pero concluido por Tiziano). Podemos observar unas intenciones programáticas similares pero el movimiento y la textura final los diferencia con radicalidad:

// Composición general

Desearía señalar de la composición, además de una agitación digna de Dionisos, la extravagancia de la figura de la derecha:

// Piel y tejido

La carnalidad y sensualidad de piel y tejidos:

// Escala de color

La modulación y composición “musical” de los colores:

// Miradas

El excitante juego de miradas:

 

/ El pintor y la modelo

Se puede ver al ejercicio de la actividad artística, en una de sus facetas, como una posibilidad de seducción y conquista, y también como el vehículo más eficaz de la representación del deseo.

//La ninfa

Como he comentado antes, la figura del ángulo inferior derecho siempre me ha fascinado. Su postura de relajamiento tras haber tenido el cuerpo en tensión, el codo elevado para refrescar el cuello y la axila, sus mejillas sonrosadas…, una figura de arrebatadora belleza carnal.

Hay una interpretación usual que identifica a esta mujer como Ariadna. Pero según el sentido narrativo general y la secuencia de los cuadros, considero que es errónea. Teseo abandona a Ariadna dormida en una playa de la isla de Naxos donde después es encontrada por Dionisos que llega con su séquito de Oriente. Este encuentro lo representa Tiziano en el otro maravilloso cuadro del “Camerino”, “Baco y Ariadna”.

Mi interpretación es que se trata de una ninfa que acaba de tener un encuentro sexual con Dionisos, que parte en ese momento en barco (como nos cuenta Filóstrato) y descansa acalorada.

Sería muy interesante saber si hubo una relación especial entre el pintor y la modelo, que posiblemente fuera una meretriz de las que se conoce disponía en Venecia mientras realizaba estos cuadros, lo cual le impedía trasladarse a Ferrara como le demandaba el duque.

// Una analogía

Durante la gestación de este proyecto (“Imágenes”), aún coleaba una de las múltiples polémicas suscitadas por la asociación entre la publicidad y el sexo. Se trataba de la campaña para el perfume “Opium” del fotógrafo Steven Meisel con la sugerente y poco convencional modelo Sophie Dahl. En ella, se mostraba carnal y voluptuosamente tumbada sobre un lecho de terciopelo, con las piernas abiertas, la cabeza hacia atrás, como si el mismísimo espíritu de Dionisos la estuviera poseyendo. Cuando vi la foto por primera vez me remitió a aquella ninfa de mi adolescencia. En una superposición secuencial, la mujer de “Opium” se encuentra en el momento justo anterior al que está nuestra ninfa. El tiempo necesario para que Dionisos desaparezca:



“Intuitu personae”

Creo que uno de los grandes enigmas de la contemporaneidad es saber qué es un artista y qué lugar ocupa en la cadena “trófica” de la sociedad industrial.

Recuerdo, cuando tocaba la batería en diversos grupos, como colegas punkies o melenudos heavies reivindicaban a las instituciones públicas una serie de “privilegios” por el hecho de pertenecer al mundo de la “cultura”, aporreando tambores y haciendo ruido infernal con instrumentos electrificados. No tengo muy claro que hacer algo tan divertido tenga que tener ninguna recompensa, más allá de que otras personas quieran pasarlo bien contigo comprando tus discos, camisetas y sobre todo entradas a tus conciertos. No recuerdo bien mi opinión en ese momento, pero teniendo en cuenta que esa fue una etapa de mi vida de nihilismo ácrata, supongo que estaría a favor y/o en contra.

Más tarde, alejado ya de la “música” (nunca he entendido que a lo que hacíamos se le llamara música. Adoro a Sex Pistols, Black Flag o a The Cramps, por ejemplo, pero tengo muy claro que eso no es “Música”, es “Actitud” y los cacharros electrificados son las herramientas para evidenciarla), y ya decidido a dedicarme a esto del arte, en una etapa de mi vida que podríamos llamar marxista (usando el término como lo utilizan la mayoría de izquierdistas “fin de siglo”, es decir, sin tener ni idea de lo que quiere decir), es cuando empecé a definir lo que “debería” ser un artista (ya se sabe, los utopistas siempre categorizando). El artista tendría que ser un “diseñador”, y estar al servicio de la sociedad a través de los procesos industriales, para crear una nueva realidad. Desde luego algo radicalmente opuesto a esa visión estereotipada, romántica, trasnochada y pequeñoburguesa del “arte por el arte”. De estas cosas he hablado ya varias veces -debo de confesar que me produce cierto rubor-, y este no era el tema de este escrito. Hoy quiero hablar de la colaboración en los procesos artísticos. Al hilo de la reflexión sobre cuál es el papel del artista en la sociedad, si es que realmente tiene alguno definido, también sale a la luz la reflexión de cómo encaja el “individuo” artista en las relaciones sociales y cómo esa red de conexiones influye o determina su trabajo.

Comencé mi actividad profesional en el mundo del arte junto a mi gran amigo de estudios José García. Los dos encontramos una vía adecuada para organizar nuestro despiste vital, he de decir que el mío mucho mayor que el suyo. Y así fue como de 1993 a 2002 nos dedicamos a realizar todo tipo de proyectos en una carrera intensa de aprendizaje y adquisición de herramientas técnicas y conceptuales. Una época de muchísimo trabajo en la que creamos una serie de estrategias que nos permitieron una creación conjunta. Decidimos hacer todo por consenso tras un debate previo. Todo lo que realizáramos saldría de financiación propia, estableciendo prioridades a la hora de producir según los ingresos. Y tendríamos una sola voz y una firma conjunta. Tras un apasionante periodo de casi una década llegó un momento en que nos dimos cuenta de la dificultad para seguir planteando y realizando proyectos según este modelo. Conforme íbamos creciendo, las vías de pensamiento iban divergiendo y nuestros intereses e inquietudes alejándose.

En 2002, ya separados como grupo, desarrollamos nuestro último trabajo conjunto. El número 4 de INEDICIONES. Para realizarlo nos dividimos las tareas de una manera más convencional, él se encargaría de la edición de la parte escrita, un trabajo sobre el Tiempo visto a través de la obra y escritos del artista Joaquín Ivars, y yo me encargaría de la producción del proyecto sonoro que incluiría la publicación. Decidimos pedir la colaboración para la selección y la coordinación de los autores que participarían, al que en ese momento era el mayor agitador en el mundo de la música contemporánea en Granada, (co)fundador de la Asociación de Amigos de la Orquesta Ciudad de Granada. Aunque ya lo conocía de un proyecto anterior, fue en ese momento cuando empecé a trabajar con José Vallejo.

Pasada ya la etapa de realización “colectiva”, consciente de que era una vía muerta, comienzo en solitario mis investigaciones artísticas, y teniendo en cuenta que siempre he visto el arte como una posibilidad de acceso al conocimiento, empecé a concentrarme en el individuo como entidad creativa pensando en nuevas formas de colaboración. En realidad, siempre he sido un individualista (ya desde pequeño cuando me concentraba en mis juegos en solitario) con una posición particular con respecto a la realidad. Creo, qué le vamos a hacer, en el individuo y en su suficiencia para afrontar sus propias decisiones. Me gusta pensar en la sociedad como un conjunto de individuos con capacidades y responsabilidades para el pacto, y en la confluencia de energías para desarrollar proyectos. Veo a la sociedad como una rica ensalada, con gran variedad de texturas y sabores, llena de matices que hacen de cada bocado un disfrute y una sorpresa, aunque sea “conflictivo”, y no como un puré donde todo se ha difuminado y uniformado.

A partir de UN HILVÁN AL TIEMPO, y de una manera muy orgánica, José Vallejo y yo comenzamos una amistad enraizada en nuestra pasión por el arte. Empecé a mostrar más interés por la música como posibilidad para los nuevos proyectos. Mi primer tanteo fue con un encargo de Vallejo para una de sus grandes iniciativas (ACORDES, con tres ediciones -2005, 2015 y 2016- en las que ha reunido a muchos e interesantes artistas españoles), y a partir de ahí, casi todo lo que he propuesto está relacionado de una u otra manera con la música, planteando vías de encaje de la sonoridad en las artes plásticas. Creo que esto ha sido una de los más interesantes frutos de nuestra colaboración.

Admiro a José Vallejo. Me gusta admirar a mis amigos. Es muy estimulante, una especie de motor. He podido ver como, con una energía titánica y un desprendido esfuerzo, ha llegado a ser unos de los intelectuales más brillantes y genuinos de su generación. Algo que me produce gran orgullo. Es de esas personas que han superado el “determinismo” social, y que mediante la pasión y una gran curiosidad, además de una poderosa inteligencia abstracta y práctica, ha podido dirigir su destino donde deseaba (decir que como muchos jóvenes de su edad tuvo que trabajar desde muy joven, lo que le impidió acceder a la carrera académica en su tiempo, pero sin embargo la desarrolló de forma muy brillante cuando llegó el momento oportuno). En fin, está bien expresar el reconocimiento hacia personas queridas, pero realmente este no era el objetivo, y además sé que le dará pudor al leerlo.

¿Cómo es nuestra relación artística? ¿Cuáles son sus mecanismos? Hay momentos en que uno tiene que reflexionar sobre estas cosas. Llevo trabajando con Vallejo desde el principio de una marera muy orgánica y poco planificada. No sé si se podría ver como uno de esos mecanismos naturales de relación simbiótica con carácter mutualista (“Interacción entre individuos de diferentes especies en la que ambos se benefician y mejoran su aptitud biológica”).

Jose y yo hemos cimentado nuestra amistad en un compartido compromiso con la experiencia artística y en una necesidad por el conocimiento, pero sobre todo en el disfrute vital que esto conlleva. Es el comisario de todos mis proyectos, y realmente soy incapaz de definir cuál es su labor (aparte, claro está, de la más evidente gestión de producción). Es difícil saber dónde empieza y acaba su trabajo. Sí que tenemos muy claro la actividad que desarrollamos cada uno y la confianza mutua hacia ella, alejada esta de los modelos asamblearios, siendo siempre partidarios de la responsabilidad individual del trabajo propio. Hemos desarrollado en varios proyectos un modelo de “charla” con el que poder fijar algunas de estas estrategias. Se pueden ver en las conversaciones realizadas para el libro de Vallejo POSTLOGOS, Reflexiones sobre la apreciación del arte en la actualidad, 2012, y en la publicación previa al estreno de DOS HECHOS, 2015. Otro modelo interesante fue el establecido anteriormente en TRES ESTANCIAS DE UN APARTAMENTO BURGUÉS –creo que una de las producciones más logradas-, y sobre todo GEOMETRÍA DEL DESCONCIERTO, LAS BACANTES, que a pesar de estar aún inédita, ha sido una ejemplo de como “el arte genera arte”, siendo un periodo realmente fructífero.

(Ver Geometría del Desconcierto/Ediciones, desarrollada junto a nuestro poeta favorito Juan Carlos Friebe, del que hablaré en otro momento)

Tengo la impresión de que hemos creado una, aunque suene cursi, familia artística, más allá de la amistad y creo que todo nuestro trabajo conjunto surge de lo que podría denominar una actividad filosófica, de reflexión general que va impregnándolo todo. Los problemas técnicos y de logística los tenemos tan claros que casi pasan inadvertidos. Se podría decir que realmente es una “Fiesta del Arte” en la que no importan presupuestos ni medios y en la que no es necesaria ninguna repercusión. He llegado a pensar que esta es una eficaz y satisfactoria manera de tener claro que lo que uno hace tiene sentido.

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(Fotos cortesía de la grandísima Inma Puertas -las 3 primeras realizadas por Jesús García Latorre-)





“Intuitu personae” es una locución latina que significa «en función de la persona» o «respecto a la persona» o «en atención a la persona», atendiendo a las cualidades de la persona, utilizada para calificar una relación existente entre dos o más personas, o una determinada circunstancia, que no puede ser transportada o transferida a terceras personas (pues depende específicamente de la o las personas involucradas).



La Cena

Esta semana publico el avance de una pieza de la obra LA CENA. Llevo con este proyecto desde 2015. En ese momento lo planteé como una “acción” sobre la marcha y casi “clandestina”, destinada a los que participaran en ella, como una experiencia “escénica” improvisada para poder realizar una serie de fotografías de caracteres. A la manera de un taller artístico. De hecho, esa era la idea, realizar en una semana un proyecto con un grupo amateur de teatro. Pasado un tiempo la obra creció con la colaboración de un amigo actor, dotándose de nuevas intenciones que salían del ámbito de la pura “acción” artística. Las agendas se fueron complicando y, como suele ocurrir, poco a poco el proyecto fue perdiendo fuelle. Cuando de nuevo pensé que era un buen momento para reactivarlo en su formato original, llegó el confinamiento del 20 y todo se volvió a parar otra vez. En esta nueva fase, me lo estoy tomando con calma, desarrollándolo como obra abierta que me permite realizar diversas iniciativas en variados formatos.

En este escrito voy a publicar el “guion” esquemático –basado en el planteamiento de la “acción”- para un próximo relato gráfico, formato que me interesa últimamente mucho. Ya tengo uno preparado “Las musas”, que espero editar próximamente, y en marcha “De repente” y “Don Juan”, sobre la obra de otros autores.

 

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LA CENA. Apuntes para un relato


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LA VIGNE D’OR

41, Avenue Montaigne

75008 Paris

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          Livre de réservation

 

Servicio (especial) de cena

Nombre: Société HARMONIE

Personas: 4

Hora: 7.30

Lugar: Reservado 3ra planta

Observaciones: Reunión anual directiva

Menú especial fuera de carta

Servicio realizado por mí (así como la compra). Discreción absoluta.

No dar reservas para la segunda planta y las mínimas en planta baja.

 

Notas para realizar el menú


Comensales:

/Monsieur C, Presidente (Abuelo)

Persona seria y “normal”. Alcohólico y algo dejado. Descuidado en el vestir. Apático en sus formas (Lo noto cansado últimamente)

/Monsieur P, Gerente (Nieto)

Adicto al trabajo. Deportista. No bebe alcohol. Come sano y poco. Toma estimulantes y fármacos para mantener el ritmo. Pulcro y cuidadoso en el vestir.

/Monsieur D, Consejero (Nieto y primo)

Desordenado e imprevisible. Bebe y come por impulsos. Consume varios tipos de drogas. Vive en hoteles. Es seductor y elegante en el vestir. (Hace tiempo que no viene por aquí)

/Madame A, Ejecutiva de un fondo de inversión (Novia de Monsieur D)

Excesiva, vividora y sexy. Utiliza el trabajo para descubrir los límites de las personas. (Aún no la conozco, pero ya me han hablado de ella)

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No me gustan estas cenas. Siempre se tienen todas las de perder. Nunca quedas bien. La exigencia es altísima, pero la naturaleza de la reunión, hace que la comida quede siempre en un segundo plano. Conozco bien a estos clientes. Cuando vienen a casa a comer por solitario es muy estimulante. Son cultos y amantes de nuestro trabajo. Pero cuando preparan una reunión conjunta, siempre temo que puede ser la última. Quizá eso sea lo mejor.

Cada comida es un pequeño combate. La gente piensa que este es un lugar para disfrutar. Creo que no entienden que esto es un campo de batalla.

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Motivo de esta cena

“Harmonie” es una empresa familiar de joyeros de quinta generación, afincada en París desde 1872. Monsieur C la dirige desde el periodo de entreguerras habiendo conseguido hacer de ella una de las joyerías más prestigiosas de Europa, además de por la calidad y belleza de su trabajo, por haber diversificado su negocio con actividades relacionadas con el comercio de oro y diamantes, -parece ser que unas más legales que otras, pero eso yo no lo sé, ni me importa. Una de las mejores cualidades que puede tener un buen “chef” es ser sordo, casi ciego y hablar lo justo-. Tras la liberación de París logró establecer una fluida relación con los Estados Unidos -en esa época lo conocí, cuando yo aún era un joven impetuoso-, convirtiéndose así en una referencia del negocio del lujo mundial. Es un empresa rentable y próspera gracias y la dedicación plena de Monsieur C, y a la exigencia extenuante sobre sus colaboradores y empleados. Tras una carrera de duro trabajo está cansado y se ha dado cuenta de que la vida ha pasado. Necesita un estímulo y quiere hacer cambios para sus últimos años de vida retirándose. Está desilusionado e inseguro de los pasos a dar. Monsieur D, que llegó hace unos días, le ha propuesto, a sugerencia de su nueva novia, Madame A, vender la empresa a capital ajeno a la familia para obtener liquidez. Pero entre Monsieur D y su primo Monsieur P, el sucesor, no hay una buena relación. Son antagónicos y conflictivos. Monsieur P no sólo considera adecuado el modelo actual de empresa, sino que propone una ampliación que requiere un mayor esfuerzo y sacrificio. Él sabe como hacerlo, con mando firme. Intenta evitar la operación que planean su primo y su abuelo que supondría una reestructuración y la pérdida de su control, aunque a cambio de importantes beneficios. Monsieur D nunca entendió ni participó de la relación de la familia con el trabajo y el esfuerzo. Se ha dedicado a viajar por todo el mundo sin ninguna ocupación concreta. Tras conocer a Madame A piensa que es un buen momento para liquidar la empresa familiar. Viene a reclamar lo suyo. Creo que esta noche será una dura noche.

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Para las reuniones de empresa, Monsieur C me pone varias condiciones: tiene que haber gran cantidad de moluscos y mariscos y terminar siempre con carne, en abundancia. Dice que eso estimula y facilita los acuerdos. Tengo libertad para realizar los aperitivos y entrantes de la primera parte de la comida, y su confianza plena para la elección de vinos y licores.

Prepararemos una mesa cuadrada amplia con cuatro butacas, dispuesta con doble vestido y servicio completo. Estará iluminada convenientemente para crear un ambiente agradable. Realizaremos el servicio a la francesa (hay que molestar lo menos posible) en tres fases.


Primera: Entrantes en pequeños bocados de recetas ligeras de ave, verduras y hortalizas. Nada de sopas o caldos. Quizá alguna crema esponjosa y algo de paté.

/ Cazuela de verduritas estilo barigoule y rebozado de chipirón

/ Rilletes de caballa con jengibre y ensalada mézclum

/ Fricasé de pularda con colmenillas sobre panqueque de polenta otoñal

/ Milhojas de espárragos verdes y huevo poché con crema de berberechos

/ Jamón crujiente y mézclum sobre bizcocho de emmental

/ Royale de foigras y crema de castañas

/ Crema de pequeños guisantes al estragón, verduritas y mascarpone de limón

Siete platos es un buen número.

 

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Segunda

/ Mariscada con (A ver que me encuentro en mercado)

Otras (en abundancia), Camarones, Bígaros, Cangrejos, Mejillones, Ostiones, Gambas, Cigalas, Percebes. Salsa mignonette, mayonesa y mantequilla especiada.

/ Langosta termidor

 

Tercera

/ Entrecôte madurado de charolais

/ Filet mignon con bacón y albaricoques a la parrilla

Salsa española, mostazas variadas

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Bebidas

Agua de Cachat

Para Dry Martiny, ginebra London Dry Hayman’s Royal Dock

Whisky The Macallan Reserva especial

Dom Pérignon Rosé Vintage 1959

Digestivos Absenta y Citron Pressé

Bordeaux Château Ausone 1950

 

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Notas tras la comida

 

1º Momento

Los responsables de sala tienen preparada la mesa a las 6:45.

D llega pronto y pide una cerveza. Se la toma de un trago y pide otra. Le saludo y comentamos sobre su viaje.


2º Momento

A las 7:25 llega C algo ebrio. Me saluda cariñosamente. Pide un whisky y algo para picar. Habla con confianza y cierto nerviosismo con D de lo que quiere proponerle a P.

Llega P, a las 7:33, alterado, pide agua con gas. Parece enfadado, casi colérico.


3º Momento

P, sin saludar a D comienza a discutir con C, que pide otro whisky.

C deja de prestar atención a P y este empieza a discutir con D. Polemiza enérgicamente. D atiende en silencio.

C me comunica que la señora se retrasa, pero que comience con el servicio.

 

4º Momento

D se harta de escuchar y da un fuerte golpe en la mesa. Algunas copas tambalean, llegándose a caer un par de ellas. Se retiran rápidamente y se ordena la mesa.

D se violenta con P y este se siente amenazado.

D pide vino.

 

5º Momento

A llega justo cuando estamos retirando los aperitivos, y con evidente estado de agitación posiblemente debido a la ingestión de alguna sustancia.

Se acerca a D y le besa y acaricia con obscenidad, mientras P mira aturdido.

D y A beben vino.

 

6º Momento

Encendemos algunas velas y colocamos varios ramos de flores en la sala. Para ese momento C se ha dormido.

D y A le ofrecen vino a P y el marisco que acaban de servir. Se muestran seductores con él. Le piden que disfrute un poco. Que es demasiado serio. Este está a punto de cambiar de opinión.

 

7º Momento

Sirven la carne que D y A empiezan a devorar acompañada de otra botella de vino.

P, se está hartando de la situación, se levanta para irse, pero con una horrible carcajada, A pone encima de la mesa un sobre con documentación y algunas fotos. P lo coge, y espantado y con ganas de vomitar corre al baño. Pálido me indica que le pida un taxi y sale a la calle.

 

8º Momento

D y A, entre risotadas y lascivos besos terminan la comida y piden una copa.

C se despierta y pregunta por P. Se lamenta por lo ocurrido.

D y A se levantan para irse. C queda solo y pide la cuenta mientras el camarero retira. Le acompaño a la salida y se despide de mí con un abrazo.

 

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Parece mentira. Llevo aquí casi 40 años. He visto de todo. Situaciones extremas y momentos realmente deliciosos. Esta casa parece un microcosmos en el que se condensan todos los conflictos humanos. Anoche fue uno de los momentos más difíciles, pero al final, se recogió la mesa, se limpió la sala y esta mañana se ha preparado todo para un nuevo servicio, porque, como muy bien me decía mi maestro “contigo o sin ti, la vida tiene que seguir”.



De valores y sentires. Nº5: I don’t like Mondays

Just a perfect day
Drink sangria in the park
And then later, when it gets dark
We go home

Just a perfect day
Feed animals in the zoo
Then later a movie, too
And then home

Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day
You just keep me hanging on
You just keep me hanging on

Just a perfect day
Problems all left alone
Weekenders on our own
It's such fun

Just a perfect day
You made me forget myself
I thought I was someone else
Someone good

Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day
You just keep me hanging on
You just keep me hanging on

You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow

 

“Perfect day” es una maravillosa canción de Lou Reed que forma parte de “Transformer”, una joya del cancionero popular, grabado en 1972, su segundo disco en solitario tras abandonar “The Velvet Underground”.

Un día perfecto por el que pagará las consecuencias. Me gusta mucho Loou Reed y The Velvet, banda de la costa este norteamericana, tan alejada de los hippies californianos, oscura, deprimente, nihilista, metida hasta las cejas en la realidad compleja y contradictoria de la gran ciudad, chaperos, putas, sadomasoquismo, camellos y el “no futuro”. Punk, antes del punk, en la era del Flower Power. Lou Reed es un maestro de la melodía tortuosa, del ruido poético, y fue capaz de crear un “relato americano” distante del convencionalismo, por ejemplo, de Bob Dylan, estando en su órbita tipos como Nick Cave o Tom Waits. “Perfect Day” es una canción singular. Melódicamente tiene una cadencia de clásica melancolía y literariamente es abrumadoramente simple, remitiéndonos a una inquietante cotidianidad. En realidad, la canción esconde un infierno que se evidencia en el último verso repetido obstinadamente: “Vas a cosechar lo que siembras, Vas a cosechar lo que siembras, Vas a cosechar lo que siembras…”. Un día perfecto es dejar pasar el tiempo, olvidarse de uno mismo, y después volver a casa. Creo que Lou Reed fue una persona, además de con gran talento, muy inteligente y lúcida. Dejó la Velvet en 1970, tras un periodo en el centro del negocio del arte, de la mano del rey de la farándula artística, Andy Warhol, y se fue con su familia a Long Island, para trabajar de mecanógrafo en la empresa familiar. El hastío, la desilusión y la decepción son algunas de las características fundamentales de la juventud “Pop” nacida de la sociedad del entretenimiento de finales de los 50 y perfilada por “aquellos maravillosos años” de mediados de los 60, en los que se pensó en la posibilidad del “Paraíso” que se proponía desde una ideología construida con el pensamiento utópico clásico de la izquierda europea y una serie de exotismos y extravagancias orientalistas tan mal asimiladas en occidente, y todo eso controlado por una floreciente y determinante industria del entretenimiento destinada a la juventud, que llegó a controlar todo el mundo cultural.

Lou Reed escribe que un día perfecto es aquel “que te mantiene colgado”, en el que “los problemas se quedan solos”. Un día de “caballo” por el que pagarás las consecuencias.

Esta canción tiene su réplica en nuestro pop de finales de los 90, una de las más bonitas canciones del grupo granadino Los Planetas,

 

“UN BUEN DÍA” (2000)

Me he despertado casi a las diez
Y me he quedado en la cama
Más de tres cuartos de hora
Y ha merecido la pena

Ha entrado el sol por la ventana
Y han brillado en el aire
Algunas motas de polvo
He salido a la ventana
Y hacía una estupenda mañana

He bajado al bar para desayunar
Y he leído en el Marca
Que se ha lesionado el niñato
Y no me he acordado de ti
Hasta pasado un buen rato

Luego, han venido estos por aquí
Y nos hemos bajado
A tomarnos unas cañas
Y me he reído con ellos

He estado durmiendo hasta las seis
Y después he leído
Unos tebeos de Spiderman
Que casi no recordaba
Y he salido de la cama

He puesto la tele y había un partido
Y Mendieta ha marcado un gol
Realmente increíble
Y me he puesto triste
El momento justo antes de irme

Había quedado, de nuevo, a las diez
Y he bajado en la moto
Hacia los bares de siempre
Donde quedaba contigo
Y no hacía nada de frío

He estado con Erik hasta las seis
Y nos hemos metido
Cuatro millones de rayas
Y no he vuelto a pensar en ti
Hasta que he llegado a casa
Y ya no he podido dormir
Como siempre me pasa

 

Aquí la radicalidad de los 70, a vida o muerte, se queda en un acomodado clase media de cocaína para activarse y pastillas para tranquilizarse. Jóvenes de 20 años hastiados y ahítos, inmersos en mundo paralelo de música psicodélica, series, y comics, tan fundamentales en el nuevo modelo cultural.

Seguimos con canciones y días. En enero del 1979, entrevistado en una radio estadounidense, el en ese momento líder de grupo de “power pop” irlandés The Boomtown Rats, Bob Geldof, vio un teletipo donde saltaba la noticia de que una chica de 16 años había disparado desde la ventana de su casa al patio de la escuela Grover Cleveland en San Diego, California, matando al director y al conserje, e hiriendo a ocho niños y un policía. Brenda Ann Spencer. Así se llamaba la chica. Una pelirroja, pecosa y miope que vivía justo enfrente del colegio en el que había cursado la educación primaria. Vivía con su padre, con el que se quedó tras una conflictiva separación de su madre. Tenía 16 años y no estudiaba. Tampoco trabajaba. Joven con problemas de autoestima y con pocas expectativas. Un día despertó, deambuló por la habitación sin nada que hacer, se asomó a la ventana, y vio a los niños en el patio “como si fueran patos en una charca, rodeados de un rebaño de vacas”. Cogió el fusil que le había regalado el borracho de su padre en la reciente Navidad, y viendo un blanco tan fácil, comenzó a disparar con emoción, riendo y gritando cada vez que acertaba el blanco, así hasta 36 balas de su Ruber 10, calibre 22. Un policía pudo bloquear la visión de Brenda sobre el patio, atravesando un camión en la puerta del colegio, impidiendo así que pudiera disparar las restantes 464 balas que le quedaban. Al cabo de unas horas, cansada y hambrienta se entregó a la policía a cambio de una hamburguesa del Burger King. Los agentes le preguntaron mientras se dirigían al coche patrulla, que por qué lo había hecho. Ella se encogió de hombros y respondió; “No me gustan los lunes. Son aburridos. Solo lo hice para animarme el día”.

(Brenda Ann Spencer (3 abril 1962) fue condenada a cadena perpetua revisable. Continúa en prisión y se encuentra en la Institución de Mujeres de California en Chino)

 

I DON´T LIKE THE MONDAYS (1979)

The silicon chip inside her head
Gets switched to overload
And nobody's gonna go to school today
She's gonna make them stay at home
And daddy doesn't understand it
He always said she was good as gold
And he can see no reasons
'Cause there are no reasons
What reason do you need to be shown?

I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
I wanna shoot the whole day down

The Telex machine is kept so clean
And it types to a waiting world
Her mother feels so shocked, father's world is rocked
And their thoughts turn to their own little girl
Sweet sixteen, ain't that peachy keen
Now it ain't so neat to admit defeat
They can see no reasons
'Cause there are no reasons
What reasons do you need, oh oh oh oh?

I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
I wanna shoot the whole day down
Down, down, shoot it all down

And all the playing's stopped in the playground now
She wants to play with the toys a while
And school's out early and soon we be learning
And the lesson today is how to die
And then the bullhorn crackles and the captain tackles
With the problems and the hows and whys
And he can see no reasons
'Cause there are no reasons
What reason do you need to die, die, oh oh oh?

I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
I wanna shoot the whole day down

 

La adolescencia. ¡Qué periodo de dificultad! Todo se transforma y tu vida es como andar sobre un alambre. Un mal paso y caes al abismo. El “Pop” ha narrado muy bien todas estas situaciones. La adolescencia no siempre ha existido. En 1904 Stanley Hall, recopiló en sus dos volúmenes “Adolescence: its psycholgy and its ralations to physiology, anthropolgy, sociology, sex, crime, religión and education” una serie de estudios psicológicos herederos del espíritu del romanticismo alemán, en los que por primera vez se define a la adolescencia como una etapa del crecimiento de la persona. Hubo un tiempo en que, tras la pubertad del niño, después de unos ritos de iniciación (en un principio bien claros y poco a poco cada vez más difuminados) pasaba a ser adulto y aunque poco a poco, iba asumiendo su nuevo rol con responsabilidades con él, con su familia y con la sociedad. La sociedad de consumo posterior a la guerra mundial y el nuevo estado del bienestar fue afianzando a la adolescencia como una etapa fundamental. Una serie de nuevos derechos, y a su vez, un mantra hedonista que nos plantea que todo lo negativo debe desaparecer enterrado por sensaciones placenteras, ya sea conduciendo un bonito coche, descansando en un cómodo sofá, viendo una película mientras saboreamos un rico perrito y bebemos una fresca cerveza, o el más seco de los whiskies. Una vida de ocio (Horacio en sus “Odas” ya nos advirtió de que "El ocio es una perversa sirena de la que debemos huir"), en la que el trabajo, el sufrimiento, el dolor y esfuerzo deberían ser desterrados ya que son el reflejo del infierno en la tierra. En mayo del 68 una de las frases que más coreaban los jóvenes estudiantes fue “Lo queremos todo y lo queremos ahora”.

Se podría definir a la cultura “Pop” como un estado de eterna adolescencia despojada de ritos de paso que la puedan conectar con la realidad y que por eso genera una cantidad de miedos y grandes dificultades para asumir la responsabilidad personal con la vida. Brenda Ann Spencer formaba ya parte de la primera generación de hijos del 68, con progenitores en tierra de nadie, ajenos al mundo de sus mayores e incapaces de asumir el fracaso de las consignas de su época.

Es muy interesante observar el fenómeno de los tiroteos en centros escolares. El debate (muy legítimo) sobre el acceso a las armas de fuego en la sociedad americana no me interesa tanto como la respuesta a la pregunta de “¿por qué lo hiciste? No hay razones, decía Brenda. Otro famoso tiroteo escolar cometido por los jóvenes Erik Harris (18 años) y Dylan Klebold (17 años) el 20 de abril de 1999, en el que asesinaron a 12 estudiantes y un profesor e hirieron a 24 personas, acabando suicidándose, fue elevado también a icono “Pop” por Gus van Sant, en este caso no como una canción, sino como película, “Elephant”, en 2003. Ellos tampoco tenían muy claro por qué lo hicieron. 

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Como este escrito está relacionando los días con la música popular contemporánea, quiero terminar con otra canción. Del panorama postpunk más comercial, The Cure fue un grupo que me interesó. Poseían una singular destreza para encajar melodías pop en un ambiente sonoro y letras ciertamente deprimentes. A los amantes de la música oscura eso nos gusta. En 1992, siendo ya un supergrupo superviviente de los agitados 80, lanzaron una canción que últimamente escucho, casi como un ritual, todos los viernes: “Friday, I’m in love”, canción de una melodía luminosa y una letra de tonta canción pop. Robert Smith salió de las tinieblas para escribir una de las más deliciosas y vitalistas canciones de su generación. Creo que, aunque la complejidad de la absurda vida nos hace engancharnos a la melancolía, de vez en cuando necesitamos luz en nuestra vida.

 

I don't care if Monday's blue
Tuesday's grey and Wednesday too
Thursday, I don't care about you

It's Friday, I'm in love
Monday you can fall apart
Tuesday, Wednesday break my heart
Oh, Thursday doesn't even start
It's Friday, I'm in love

Saturday, wait
And Sunday always comes too late
But Friday, never hesitate

I don't care if Monday's black
Tuesday, Wednesday, heart attack
Thursday, never looking back
It's Friday, I'm in love

Monday you can hold your head
Tuesday, Wednesday, stay in bed
Or Thursday watch the walls instead
It's Friday, I'm in love

Saturday, wait
And Sunday always comes too late
But Friday, never hesitate

Dressed up to the eyes
It's a wonderful surprise
To see your shoes and your spirits rise
Throw out your frown
And just smile at the sound
Sleek as a shriek, spinning 'round and 'round
Always take a big bite
It's such a gorgeous sight
To see you eat in the middle of the night
You can never get enough
Enough of this stuff
It's Friday, I'm in love



Escuchad

Este fue el título de la obra que realicé para una exposición que proponía indagar en las relaciones que se pueden establecer entre las artes plásticas y la música (“Acordes”, 2004. Palacio de Dar al-Horra, Granada. Comisario: José Vallejo). Mi propuesta fue una “paradoja” que llamaba la atención a escuchar mediante la acción del movimiento realizado al caligrafiar. Escuchar el silencio, o ¿quizá un sonido interior? No sé, nunca he sido un buen exégeta de mis obras. Me gusta más que ellas digan lo que tengan que decir.

Vivimos en mundo plenamente “audiovisual”. Es muy difícil encontrar hoy en día un ámbito de la vida que no esté dominado por la relación pantalla-altavoz. Millones de imágenes se despliegan ante nosotros en multitud de dispositivos públicos o privados. Sonidos de todo tipo aparecen con cualquier mínima acción de nuestros dedos. “¡Pon música a tus videos de las vacaciones! ¡Edita como si fueras un gran director de cine! ¡Crea música con tu movimiento! ¡E imágenes con tu voz! ¡Con el pincel mágico podrás pintar un Picasso en 10 segundos! ¿O lo tuyo es el realismo? ¡Tienes todo un universo de imágenes y sonidos al alcance de tu mano!”

En fin, aunque la realidad sigue siendo tan cutre como cuando yo tenía 10 años y pensaba que en 2001 (ese maravilloso futuro de Stanley Kubrick) sería ya mayor con 30, y aunque la apariencia general no diste mucho de lo que teníamos en el último cuarto del siglo XX, sí es verdad que una parte de lo que imaginábamos como “futuro”, ha llegado. Esto se percibe muy bien cuando paseando por la calle, casi todas las personas, mientras caminan, miran una pantalla y escuchan sonidos por unos auriculares inalámbricos. Es cierto, esto puede ser una concreción de nuestro imaginado “futuro”. Un mundo de representación, altamente estetizado y con millones de estímulos visuales y sonoros. Me parece interesante haber formado parte del “pasado”, de esa primera generación tecnológica audiovisual (la del cine y la televisión. Del mundo tras la segunda guerra mundial).

Realmente pienso que las nuevas generaciones están asimilando la realidad y el conocimiento mediante la popular “ciencia infusa”. Todo nos afecta. Todo nos condiciona. Miramos, pero no vemos. Oímos, pero no escuchamos. Leemos (cada vez menos y más sintetizado), pero no entendemos. A ver donde nos lleva el futuro. Me gustaría vivir muchos años más para verlo.

Esta semana he querido proponer con este escrito dominical una acción ciertamente radical. Voy completando poco a poco mi web con el catálogo completo de mis obras y hoy he publicado tres “audios” que formaron parte del proceso de configuración de una de mis proyectos. He querido hacer un texto sin ilustraciones gráficas, sin citas ni referencias, y en el que solamente se propusiera escuchar. Nada más (y nada menos).

Tengo pendiente un proyecto expositivo que trata sobre “La Muerte”. Lo tengo en la cabeza desde hace al menos tres lustros, pero me cuesta mucho concretarlo. Es difícil hablar sobre este momento y no (solo) es porque cause dolor. Es curioso, pero sobre la muerte ninguno de nosotros va a poder hablar en primera persona. No es ese tipo de viajes a tierras lejanas durante largo tiempo, que cuando por fin regresas lo puedes relatar para asombro de tus allegados. Nadie ha podido hablar de “la muerte”. Podemos hablar de sus efectos en los vivos. Toda la representación de la muerte en el arte nos remite al impacto que causa en la vida o a una serie de interpretaciones imaginarias o fantasiosas fruto de nuestra necesidad de entendimiento o consuelo.

Es por esto que no avanzo con el proyecto. Pero en 2012 en una inolvidable escucha del “Cuarteto para cuerdas nº15 en La menor, Op. 132” de Beethoven, intuí, llevado por la capacidad proyectiva del genio, como podría ser ese momento último que nos lleva a convertirnos en objeto, que nos transforma en “la nada”. No deja de ser otra interpretación fantasiosa, pero creo que si de alguna intuición me puedo fiar es de la del músico de Bonn.

El cuarteto 132 es una obra escrita hacia 1825, que forma parte del corpus crepuscular de Beethoven. Unas obras tan personales y artísticamente tan plenas, que por eso son fundamentales. Una vía muerta en la creación.

La partitura tiene cinco movimientos y para desarrollar “Ingrávido” (que es la primera obra para esa futurible exposición), tomé el tercero (“Canzona di ringraziamento”. Molto adagio. -Este título nos da muchas pistas-) para desarrollar un material que sirviera de punto de partida para el colaborador musical que iba a participar en la creación de este “hecho” artístico. Además de diversos bocetos y documentación, realicé tres piezas sonoras que son las que propongo como escucha hoy. Solamente quiero anotar brevemente cada una de ellas, porque lo que me interesa es que tras la escucha cada cual tenga sus propias sensaciones.

Recomiendo una audición con auriculares en un momento de tranquilidad.

Adelante pues:

INGRÁVIDO 2

El proyecto tomó forma de “acción para acordeón” y se presentó junto a “La tinta fluye”, como un díptico vida-muerte. En esta pieza reconstruí digitalmente los primeros compases de la partitura para empezar a definir un clima sonoro de sensaciones apropiadas para la creación de la obra.

INGRAVIDO 2

Audio. Manipulación digital de sonido MIDI

(Se recomienda escuchar con auriculares)

10’19’’

2014


INGRÁVIDO 3

Este audio muestra la cadencia de una respiración producida durante la escucha del “3er movimiento” acompasada al desarrollo de la obra. En esta parte de la partitura, la música parece diluirse en el espacio. La forma musical tiende a difuminarse y los instrumentos parecen perder protagonismo en favor de lo corpóreo. La música emana de una tensión corporal. Un fluir vital que se inclina a un automatismo desprendido. Un dejarse llevar. Un último tránsito. La intención fue que la interpretación (en el acordeón) fuera la energía motriz para la concepción de la nueva “partitura”. Una “partitura” (en realidad no hubo partitura escrita) donde los secretos del instrumento y la maestría para dominarlo predominen sobre el lenguaje musical, forzando que intérprete e instrumento se fundan en una sola entidad orgánica.

INGRAVIDO 3

Audio. Registro y manipulación digital

(Se recomienda escuchar con auriculares)

13’11’’

2015


INGRÁVIDO 4

Uno de los grandes problemas del arte con la muerte, por cuestiones evidentes, es su imposibilidad de representación. La irreversibilidad de esta, hace imposible una codificación formal a partir de la experiencia. También es difícil imaginar algo ajeno a la realidad si perteneces a ella. No hay posibilidad de perspectiva. En esta última pieza sonora, quise estirar las primeras notas del movimiento en cuestión, hasta llevarlas a una esencia de mínimo vital que tensado nos predisponga a una quiebra total. El fin.

INGRAVIDO 4

Audio. Manipulación digital de sonido MIDI

(Se recomienda escuchar con auriculares)

5’

2015



De valores y sentires. Nº4: Strasse 17 juni. Construcción y destrucción

No recuerdo exactamente cuál fue mi primer contacto con el mundo de la construcción. Sí que tengo grabado el olor a silicato y el tacto áspero del agua del bidón de las obras -ese grande, de combustible, que se llenaba para hacer mezcla, mojar bloques o limpiar herramientas-. Supongo que todos los hijos de albañiles tendremos recuerdos parecidos: cascotes de ladrillos, montañas de arena, estructuras de hormigón con hierros saliendo y todo tipo de trampas y peligros tan del gusto de la infancia.

A mi padre no le gustaba mucho que le llamaran albañil. Él era “Maestro” de obras, y un fanfarrón. Aunque es cierto que su destreza e inteligencia le hicieron valedor de la admiración de algunos técnicos y constructores en el desempeño de su profesión. Una de las pocas cosas que hice con él en mi infancia fue visitar obras, y mientras hablaba o hacía cualquier cosa, yo me entretenía con lo que hubiera a mano.

Lo que recuerdo bien es mi primer “trabajo” en la construcción: a finales de los 70, trasladar un montón de ladrillos y piezas de solería, material para la casa que estaba reformando mi padre para la familia. Después de ese vinieron multitud de chapuzas los fines de semana. Infancia típica en un barrio popular en el que los hijos acompañaban los fines de semana a sus padres a sus tareas en las obras de fontanería, electricidad, carpintería, pintura…


Construir creo que es algo que forma parte ya de nuestra naturaleza desde que los nómadas paleolíticos decidieron asentarse. Casi es una acción espontánea de la que no tenemos una consciencia clara al tratarse de una rutina cotidiana, entramado de relaciones, debates y conflictos sociales. Inherente a la construcción es la destrucción, un mecanismo simbiótico de acción y reacción. Ni partimos de la nada, ni nada es eterno, y cada “generación” y momento necesita “construir” su entorno. Este escrito viene al hilo de una conversación por correo-e con el artista Julio Juste, que acabo de recuperar revisando el archivo, sobre la ciudad de Berlín a principios de este siglo:


Nunca llegué a dar forma a ninguna reflexión acerca de estos pensamientos. Por supuesto no escribí ningún artículo para su web. Demasiado pudor y pocas herramientas para realizar un texto sobre urbanismo con cierto criterio y elocuencia en el medio de un grandísimo “pensador del planeamiento” como fue J.J. Al ver de nuevo esos correos, me he atrevido a hilvanar varias ideas, que aún me parecen válidas, sobre las conclusiones a las que llegué al intentar conocer esta capital europea. He de decir, a riesgo de parecer pretencioso, que conseguí conocer bastante bien el Berlín de esos años, “mejor que muchos berlineses” (según mi amiga Sabine, amable anfitriona que me ofreció una habitación como guarida en el barrio de Kreuzberg). Tampoco es demasiado mérito. Me dediqué a diario a realizar detallados itinerarios por todos los rincones de la ciudad. Además, en esa época muchos berlineses aún estaban muy anclados en la dinámica social que impuso el Muro. Los “wesis” tenían cierta prevención por áreas orientales de mucha conflictividad social y los “ossis” miraban con cierto recelo a sus vecinos occidentales. Estaban en fase de encaje cultural.

Uno de los recorridos urbanos que realicé con especial interés fue el del barrio occidental Hansaviertel, al noroeste de Tiergarten. En este distrito se realizó en 1957 una exposición internacional de arquitectura, el Interbau (Internationale Bauausstellung), heredera de las exposiciones de arquitectura de Sttuttgart, la Weißenhofsiedlung de 1927, o la WerkbundSiedlung de Viena en 1932, laboratorios del Movimiento Moderno. Hansa era un barrio enclavado entre el gran parque y un meandro del río Spree, construido en la segunda mitad del siglo XIX, de manzanas residenciales de alta densidad, y que fue una de las zonas devastadas en la Segunda Guerra Mundial. Para su reconstrucción se organizó un concurso internacional de ideas que, con el lema “La ciudad del mañana”, plantease una serie de propuestas para “una vida mejor”. Bajo los criterios del Movimiento Moderno y el funcionalismo, se pedía una nueva planificación de “manzana abierta” y “ciudad jardín”, además de novedosas soluciones constructivas de alta calidad y rapidez de ejecución. 1.160 viviendas, de las que 601 fueron terminadas en 1957, para los actos de la exposición y el resto en 1960. Walter Gropius, Le Corbusier (aunque este realizó una Unidad de Habitación en otra zona de Berlín, cerca del Estadio Olímpico) y Bruno Taut, fueron algunos de sus más destacados participantes.

Pues esta exposición fue la reacción político-ideológica ideada por las autoridades federales para plantar cara al programa del SED (Partido Socialista Unificado de Alemania) bajo la tutela de Moscú, para un nuevo Berlín capital de la RDA, tras el fracaso por intentar coordinar una propuesta común para el desarrollo urbano de la ciudad. Este momento de “guerra de propaganda urbanística” se enmarca en la coyuntura de mayor tensión en el Berlín ocupado y es fundamental para entender el devenir de la ciudad como símbolo y pieza clave de la Guerra Fría.

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En 1952 el gobierno comunista de la RDA comenzó a construir sobre las ruinas de la Franfurter Allee el gran bulevar Stalin Allee (después Karl Marx Allee), como punta de lanza del nuevo programa de reconstrucción de Alemania. Una avenida típica del pomposo y pastelero estilo soviético, ideal para las grandes demostraciones militares y “populares” del 1 de mayo. Como ofrenda a los jerarcas de Moscú, las obras se debían realizar a gran velocidad, y en un contexto de grave crisis económica, el 28 de mayo de 1953, el gobierno publicó un decreto aumentando las normas de producción entre el 10 y el 15% para los obreros no cualificados; el 50% y más para los calificados a los que se modificó al mismo tiempo el sistema de cálculo de las primas (L´Observateur, 25/06/1953). Lo que en la práctica se tradujo en un cada vez menor poder adquisitivo y unas jornadas de trabajo interminables, que finalmente desembocó en una revuelta de los obreros el 16 y el 17 de junio del 53, bajo el grito “¡Queremos pan! ¡Queremos libertad!”, y que fue reprimida brutalmente por soldados soviéticos y la Volkspolizei (Policia del Pueblo) alemana. Como consecuencia centenares de muertos (hay discrepancias entre los 200 a los 500), 2.000 heridos, 5.000 detenidos y 18 soldados soviéticos ejecutados por negarse a disparar a civiles. Konrad Adenauer, canciller de la RFA, denunció en todos los foros internacionales la salvaje represión soviética, y declaró el 17 de junio fiesta nacional de la Alemania libre, además, le cambió a la emblemática avenida Charlottenburger Chaussee el nombre por el de Strasse des 17 Juni.


Tras estos acontecimientos, la tensión en los puntos fronterizos fue cada vez mayor. Cientos de miles de personas abandonaban los distritos orientales para ir a la Europa libre, y varios millones si incluimos a ciudadanos de países limítrofes. En la noche del 12 al 13 de agosto del 61, sin previo aviso y como Secreto de Estado, se levantó casi en su totalidad el Muro (según las autoridades comunistas el Antifaschistischer Schutzwall -Muro de Protección Antifascista-. ¡Cómo me suena ese lenguaje en estos días!) y vigilado por 15.000 miembros de lo que se llamó Grenztruppen (Tropas fronterizas), responsables de casi 200 muertes por intentos de fuga.

Uno de esos muertos fue otro joven albañil, Peter Fechter, nacido en Berlín en 1944 y abatido por la policía del Berlín Oriental el 17 de agosto del 62 cuando intentaba escapar con su amigo Helmut Kulbeik saltando el muro. Tenía 18 años. "Cuando intentó escalar, los guardias de la Deutsche Grenzpolizei dispararon. Aunque Kulbeik logró atravesar el muro, Fechter fue alcanzado en la pelvis, a la vista de cientos de testigos. Cayó de nuevo hacia el “corredor de la muerte” del lado este, donde quedó a la vista de la gente situada en el lado occidental, entre la cual se incluían periodistas. A pesar de sus gritos, no recibió ayuda médica de ninguna parte y se desangró hasta morir aproximadamente una hora más tarde. Se formó una manifestación espontánea del lado oeste que gritaba asesinos a los guardias de frontera”.

Berlín es sin ninguna duda la más interesante y tumultuosa ciudad de Europa. Solo voy a hacer referencia a varios datos sobre ella que nos explican muy bien su importancia. En 1600 tenía 12.000 habitantes y aún poca relevancia en el contexto europeo, por supuesto, nada que ver con las ciudades comerciales de Sevilla, Venecia o Amberes, o políticas como París o Roma. A finales del siglo XIX, en unos 50 años, pasa de una población de 800.000 habitantes en 1875, a 4.000.000 en 1925 y se convierte en una de las ciudades industriales más importantes del continente, acaparando un grandísimo poder político y económico. Este crecimiento se produjo a raíz de un planeamiento barroco de grandes ejes y armadura de orfebrería. Enormes barrios obreros en los que se hacinaban cientos de miles de personas en torno a fábricas. Tan famosos hoy, tan insalubres en su momento.

En los años 30, el arquitecto Albert Speer presentó al Führer una maqueta de la “Welthauptstadt Germania”, el nuevo Berlín que proyectaba Adolf Hitler: Capital Mundial Germania, centro de todo Occidente. Un proyecto que afectaba a la ciudad por completo, pero su característica fundamental era un gran eje. Una avenida central que pasaba por debajo del Arco del Triunfo de Hitler, el cual tendría el doble de altura que el Arco del Triunfo de París y sería el doble de ancho. Después se pasaría junto al Estadio de Germania el cual sería hecho de granito macizo. Continuaría junto a la Cancillería del Reich y el Centro del Movimiento Nazi, al final de la avenida se encontraría el Palacio de los Foros Populares. Este tendría una cúpula de 290 m de diámetro en su base. (Otro de mis recorridos curiosos fue la búsqueda, por donde tendría que haberse situado el Arco de Triunfo, de unas grandes piezas de hormigón que se colocaron -y aún se conservan- como prueba de carga para ver la respuesta del terreno “pantanoso” ante esta colosal obra).  

Está claro que el régimen nazi se alimentaba con unas grandísimas dosis de “maldad”. Pero no es menos cierto que fue creciendo en locura frenética ávida de poder. Es demencial (ya lo vimos a algún Emperador Romano) ver como en el 43, cuando la ciudad ya estaba siendo asediada y las bombas aliadas no paraban de destruir barrios completos, como Speer junto a un extasiado Hitler se paraban a contemplar la maqueta de su Germania pensando que los aliados les estaban haciendo el trabajo sucio de desmontar la “antigua y sucia Berlín” para que, tras la Gran Victoria, resurgiera como la obra más grande ideada por ningún líder.

No habiendo tenido suficiente con esa devastación física y moral, tras la guerra, se construyó una de las estructuras más improductivas y criminales para una ciudad, que la marcó en ese momento y paradójicamente le dio la inédita y extraordinaria posibilidad de crecimiento interior a esta capital finalmente unificada. Berlín es el ejemplo, dramáticamente acelerado, de ese ciclo de Construcción-Destrucción.





De valores y sentires. Nº3: La “Jolly Roger”

“Si de los marineros los cuentos y tonadas,

tormentas y aventuras, calmas y marejadas,

las islas, las goletas, piratas abandonados,

feroces bucaneros, tesoros enterrados;

si los relatos de otrora

a la vieja usanza contados

deleitan como a mí antaño

a los chicos de ahora…

¡Que así sea y adelante! Mas, de lo contrario,

si el cuento ya no apasiona al joven sabio,

si sus viejas emociones en un baúl ha guardado

con Kingston, con Ballantyne el osado

o con Cooper, el del bosque y los lagos,

¡qué así sea también! Y que a este autor

y a sus piratas entonces a la tumba bajen

en la que tantos escritores y sus creaciones yacen.”

 

Yo una vez quise ser pirata.

No podría entender mi infancia sin el fabuloso libro del escritor escocés Robert Louis Stevenson “Treasure Island”, 1883 (Anteriormente “La isla del tesoro” fue editada por entregas entre 1881 y 1882 con el título “The Sea Cook, or Treasure Island”). Así como Edgard Allan Poe me enseñó a sentir el terror, Stevenson me mostró lo que realmente era la aventura.

Es cierto que la mía es una generación plenamente televisiva y la mayor parte de nuestros mitos, héroes y sueños se proyectaron mediante la corriente de electrones del tubo de rayos catódicos de la pequeña pantalla. Series míticas (aún recuerdo cuando desde la cama escuchaba la épica música de cabecera de la serie de Televisión Española “Curro Jiménez”, ya que al ser aún pequeños mi madre nos acostaba temprano y los miércoles (creo que fue el día en que comenzó a programarse) yo no quería dormirme hasta escuchar las notas del músico Waldo de los Ríos, imaginando a estos cuatro foragidos y sus compinches, cabalgando por las marismas en busca de nuevas aventuras), y sobre todo, las viejas películas de “Capa y Espada”, en las que podíamos ver a espadachines batiéndose con el florete con una extraordinaria destreza y habilidad, realizando múltiples piruetas acrobáticas por escaleras, mesas, lámparas… Dentro de este género, mis favoritos siempre fueron El Zorro y Robin Hood, pero lo que de verdad me apasionaba eran las películas de piratas. Nada como sentir el viento en la cara asomado a la proa de un bergantín antes del abordaje. Clásicas en blanco y negro protagonizadas por Errol Fling, héroe de elegante destreza y maneras seductoras, como “Captain Blood” (Michael Curtiz, 1935) con la bellísima Olivia de Havillan, la historia de un médico que pretende llevar una vida tranquila pero que la fatalidad del destino le lleva a liderar una rebelión de filibusteros, “The Sea Hawk”, (Michael Curtiz, 1940), aventuras de un corsario inglés, un “Halcón del mar”, en lucha contra el “malvado” Imperio, y la maravillosa, ya en color “Againt All Flat” (George Sherman, 1952), de espíritu libertario, en la “Isla de los Corsarios” (trasunto de la supuesta “Libertalia” de Madagascar o de la “República de los Piratas” en Nassau, Bahamas), con un absolutamente genuino pirata Anthony Quinn y una volcánica Maureen O’Hara como la Capitana Prudencia “Spiltfire” Steven.



Y ya en technicolor y protagonizada por el “temible burlón” y atlético Burt Lancaster, “The Crimson Pirate” (Robert Siodmak, 1952), entretenidísima sucesión de aventuras ambientadas en el caribe con rebeliones, rescates, peleas, acrobacias, y como no, amor. Creo que Burt Lancarter y Nick Cravat son la mejor pareja que recuerdo del cine de aventuras.

Los grandes momentos de la “capa y espada” en el cine de Hollywood fueron de los años 30 a los 50. Después cayó en cierto olvido, dejando paso en los 70 a otros subgéneros del entretenimiento como el cine de artes marciales, y ya casi en los 80, grandes rescates para la espada como el de George Lucas con su relato mitológico “Stars Wars”, más tarde, el bellísimo cuento “The Princess Bride” (Rob Reiner, 1987), y ya en el siglo XXI, una decidida apuesta por el entretenimiento clásico con la saga “Pirates of the Caribbean”.

Me gusta mucho la expresión en español “Capa y Espada”, muy de nuestra tradición literaria y popular, que se usó como alternativa a la intraducible anglosajona “Swashbuckler” que nos remite a fanfarrones y extravagantes espadachines. En la tradición británica el pirata ha sido fundamental y casi mítico, una versión atlántica de la “Patente de Corso” (licencia concedida por los Estados para asaltar a navíos de naciones enemigas) tradicional en el Mediterráneo, que derivó en una estrategia de Estado, fundamental para el nuevo orden comercial y político de las rutas marinas abiertas tras la epopéyica travesía realizada por Cristóbal Colón en representación de la Corona de Castilla. La “Patente de corso” fue utilizada por las naciones para ampliar sus flotas y poder tener mayor influencia en zonas controladas por “estados enemistados”. Desarraigados veteranos de distintas armadas europeas ven en esta fórmula una manera de negocio y de aventura vital. Cuando no consiguen la “patente”, optan por formulas “independientes” fuera de cualquier jurisdicción, como el filibusterismo (asaltos en costas y puertos con navegación por cabotaje) y la piratería (abordajes en alta mar), aunque según sus objetivos, al final servían estratégicamente a alguno de los contendientes atlánticos. En la “Edad Dorada” de la piratería de 1714 a 1726, marinos británicos licenciados de la Guerra de Sucesión española surcaban por los mares del sur, poniendo en peligro las mercancías de las rutas comerciales españolas, como gran objetivo. Corsarios y bucaneros amenazaban todas las flotas transoceánicas, la mayoría al servicio de la corona británica. Pero hubo algunos piratas que enfocaron su esfuerzo hacia las colonias americanas del norte, entre otros motivos por las tensiones entre distintos Gobernadores por el conflicto con James Francis Edward Stuart, Jacobo III de Inglaterra y VI de Escocia, pretendiente católico al trono inglés. A este grupo pertenece el pirata más famoso de la historia de la piratería, el temible “Barbanegra”, Edward Thatch “Blackbeard”, el esencial prototipo del Pirata. De dudosa procedencia, se cree que fue uno de los afectados por la retirada de los ingleses de la Guerra de sucesión española, centró su actividad delictiva en los estados de Carolina de Norte y Virginia, estableciendo extraoficiales alianzas con algunos gobernadores y siendo perseguido por eso por la armada británica. Líder de la República de los Piratas, y carismático y temido capitán. Es legendario su pelo oscuro, su tez blancuzca y sus ojos ensangrentados, que eran resaltados en sus ataques, como una espectacular puesta en escena, por su tricornio iluminado por velas. Fue perseguido por el teniente Robert Maynard, herido y muerto en combate personal, siendo degollado y expuesta su cabeza en el palo bauprés de la nave hasta su llegada a Hampton, Virginia.

Me encanta la bandera de “Barbanegra”. Sobre un fondo negro, un esqueleto diabólico sostiene en su mano derecha un reloj de arena, y en la izquierda, una lanza que apunta a un corazón sangrante. Toda una declaración de intenciones. Ya sabemos que la típica bandera enarbolada por los piratas es la conocidísima “Jolly Roger”, con tibias cruzadas y calavera sobre fondo negro, aunque hay múltiples variantes, con sables en vez de tibias, esqueletos por calaveras, puñales, corazones, relojes de arena… Sobre su origen hay muchas hipótesis y muy pocas certezas, aunque se tiene como referencia la usada por el pirata Edward England. Pero lo que a mí me parece muy interesante es que esta imagen simbólica ya se utilizaba siglos atrás por la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, y (posteriormente) de Malta, que la usaban en los enterramientos de los caballeros muertos y en ciertas actividades del culto católico. Los templarios, desde la isla de Malta, ofrecida por Carlos V en su lucha contra el “turco”, se dedicaron, como corsarios, a la piratería “sagrada” contra el infiel. La orden organizó una potencia naval que ayudó en varios mares a la lucha contra el protestante, siendo una pesadilla para los ingleses en la guerra de independencia americana. Aunque las tibias cruzadas de los enterramientos nunca fueron su bandera, no es de extrañar que algún “Caballero” apareciera por el Atlántico enarbolando en algún navío esa potente e intimidante imagen gráfica, pudiendo especularse como el origen de este símbolo, del que se sienten tan orgullosos los británicos por haber sido uno de los grandes dolores de cabeza para el imperio español. También es interesante su relación (más que) formal con la Cruz de San Andrés (Cruz de Borgoña), primitiva bandera española hasta que en 1785 se cambió -primero como bandera naval- por la más efectiva rojigualda actual (¡aunque parezca mentira esta no fue inventada por Franco, ni tampoco el águila de San Juan!).


Piratas españoles hay pocos de renombre. Y entre ellos podemos destacar a la figura legendaria por sus andanzas, el tinerfeño Amaro Rodríguez-Felipe y Tejera Machado, el “Pargo”, del que no se tiene muy claro si era corsario, bucanero, caballero a las órdenes de Felipe V… Se sabe bien que participó en actividades comerciales con las Indias que le generaron una buena fortuna. Parte de esta, siendo gran devoto de la sor María de León y Delgado, fue a multitud de donaciones en favor de los pobres de Tenerife. Se dice que por su valía en el mar, Felipe V le concedió “Señorío de Soga y Cuchillo” (jurisdicción de origen medieval para ejercer justicia, incluso con pena capital) y también se especula que coincidió con el gran “Barbanegra”, mostrándose con salvas al aire un respeto mutuo. A diferencia de este, murió retirado en su ciudad natal siendo enterrado en el convento de Sto. Domingo de Guzmán. En su tumba están grabadas sobre la piedra unas tibias cruzadas y una calavera que nos guiña un ojo. Simplemente maravilloso.

(Reconstrucción del pirata a través de sus restos para Assassin’s Creed IV)



“Cerro de Tranquete”, “Bahía del Norte”, “Cala del Carnero, “Cerro del Catalejo”, “Punta de Tiralabolina”, “Ciénaga”, “Isla del esqueleto”, Tres cruces… son algunas de las marcas que realizó Stevenson sobre el mapa acuarelado que dibujó su hijastro, Samuel Lloyd Osbourne, fruto de la narración en familia de los primeros capítulos de la novela.

“Para S. L. O., caballero americano, de acuerdo con cuyo gusto clásico se ha concebido el siguiente relato. Ahora en agradecimiento por las muchas horas que disfrutamos juntos, se lo dedica con los mejores deseos su afecto amigo.”

Creo que no puede haber mayor amor a la aventura, a la narración que despierta la emoción en la excitada sensibilidad de la niñez. Creo que no ha podido haber niño más afortunado. El editor que pagó 100 libras por el manuscrito no era consciente de que no solo había comprado un texto, había comprado toda una realidad alternativa de verdadera e íntima libertad, una poderosa arma contra la mediocridad y el adocenamiento.

Hoy vuelvo a desear ser pirata, y como mi adorado Stevenson, irme a alguna isla de los mares de sur, y junto a queridos amigos bucaneros, aprender esgrima, a deslizarme a cuchillo por la vela mayor de un navío, beber ron, trazar mapas y cantar borrachos al calor del fuego de la noche: “Setenta y cinco marineros se hicieron a la mar… Sólo uno de ellos vivo habría de tornar.” “Ron, ron, ron, la botella de ron”.




Sueños

Nunca he entendido el recurrente y manido conjunto de frases, “desperdiciamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Ya dormiré cuando esté muerto. Hay que aprovechar la vida”. Además de ser un contrasentido desde el punto de vista de la lógica, ya que si estás muerto, se acabó el dormir, creo que es un planteamiento basado en un gran error conceptual, ¿quién ha dicho que durmiendo no se vive la vida? Recuerdo de pequeño el placer de acostarme en mi cama vestida con un “milhojas” de mantas Grazalema y Manterol para aplacar el terrible frío en los inviernos de las casas granadinas. Meter la cabeza bajo ellas, acurrucarme y calentar ese saco con el propio aliento, mientras pensaba en las cosas que me gustaría hacer al día siguiente y reflexionaba sobre lo ocurrido el día que acababa, así hasta que el sueño iba llegando poco a poco, poco a poco, hasta que… ¡Habrá mayor placer! El sueño nos permite, además de un descanso muscular, una puesta a punto del cerebro eliminando detritus celulares que acabarían en las neuronas (como pasa en el Alzheimer), también las neuronas estrechan vínculos, muestrean enlaces, se reorganizan y ordenan la información. En todo este proceso se genera una serie de imágenes en nuestro cerebro.

¿Qué es real y que es sueño? “Es verdad, pues reprimamos/ esta fiera condición,/ esta furia, esta ambición,/ por si alguna vez soñamos, y sí haremos, pues estamos/ en un mundo tan singular,/ que el vivir es soñar, y la experiencia me enseña/ que el hombre que vive sueña hasta despertar.” “La vida es sueño” (2ª versión 1635), Calderón de la Barca.

Nos dice Calderón, en su magnífica parábola literaria que “que toda la vida es sueño, y los sueños sueños son”. Es fantástica la eficacia del arte para dar ciertas respuestas. Aun así, es la principal tarea de la filosofía intentar definir y explicar que es la realidad, por lo que no creo que en estas líneas pueda siquiera esbozar alguna respuesta. Es verdad que esa pregunta me ha llevado tiempo de especulación, sobre todo en lo referente a la percepción, que se supone que uno de los ámbitos de trabajo de los artistas. Por ejemplo, el color rojo de mi saco de boxeo (representado en la fotografía), ¿es común para todo el mundo?, ¿o con los colores pasa igual que con los pequeños defectos en nuestra óptica ocular, que hace que unas personas no definan bien los objetos lejanos, cercanos, o que las líneas aparezcan con determinada inclinación. No digo ya la afectación por daltonismo, que evidencia una realidad paralela. Igual el rojo que yo percibo es “mi” rojo y por tanto forma parte de “mi” realidad. ¡Qué difícil es ajustar los colores en la imprenta o la elección de una pintura para la pared! Con el rojo que he puesto como ejemplo, no se nota tanto la complejidad al ser un color rotundo, pero cuando es un color claro, terciario y muy matizado, el conflicto es seguro. Los hechos que forman parte de nuestra realidad, podemos reconocerlos por el conjunto de sensaciones que producen en nuestro sistema nervioso y que almacenadas, son redivivas por el recuerdo. Pues creo que eso es exactamente lo que sucede con los sueños. Últimamente no duermo demasiado bien y suelo recordar gran parte de los sueños de cada noche, que me dejan una sensación persistente durante todo el día, un efecto físico. ¿Se podría decir que eso no es una vivencia?

Me gusta dormir y me gusta soñar (no confundir el sueño con la ensoñación. No soy nada “soñador”). Siempre he dormido bastante bien y los sueños me han ayudado a resolver muchas cuestiones relacionadas con mi trabajo. Mis sueños suelen ser parecidos tanto temática como formalmente, aunque podría destacar cuatro hitos que los definen muy bien. El primero es un sueño de adolescencia que lo recuerdo como si fuera ayer. En mi época de estudiante de secundaria, en la que el barrio granadino del Albaicín se convirtió en mi segunda casa, soñé que sobrevolaba la Carrera de Darro. Iba caminando para acceder al Primer Puente desde la calle Santa Ana, cuando comencé a trotar a la vez que agitaba los brazos arriba y abajo a modo de alas, cogiendo de esa forma poco a poco altura hasta ir despegándome del pavimento y ascendiendo hasta los tejados de los edificios. Volar requería de un esfuerzo, del movimiento de mis brazos para tomar la altura que después me permitiría planear en descensos vertiginosos y de nuevo ascender. Así, recorriendo la Carrera hasta llegar a la Cuesta del Chapiz, donde se producía el disfrute más espectacular, bajar casi a ras del suelo y girar 90º para adentrarme en el río a los pies de la Alhambra. Nuestra capacidad proyectiva es increíble. Está claro que yo nunca antes había sobrevolado ese espacio, pero mi conocimiento de la planta, las múltiples visiones realizadas durante mucho tiempo desde la Alhambra y desde el bajo Albaicín, hicieron que pudiera construir una visión cenital de todo el recorrido. A diferencia de otros sueños en este todos los detalles se ajustaban al espacio físico. Me pareció algo casi milagroso y puedo decir, sin faltar a la verdad, que he sobrevolado ese bello entorno granadino.

 

(Recreación del sueño mediante Google Earth)

Tampoco entiendo a los que dicen que no temen a la muerte.

Hay una serie de películas de Sir Alfred Joseph Hitchcock que me gustan mucho. Siempre me apetece ver las reposiciones que programan (cada vez menos) en TV. No importa las veces que las haya visto. Me gustan “Phyco” (1960), “Rope” (1948), “Rear window” (1954)…, pero hay dos que son mis preferidas y creo que dos de las mejores películas nunca filmadas. Una, “North by North west” (1959), uno de los grandes artefactos del entretenimiento de todos los tiempos, y dos, “Vertigo” (1958) que siempre (aún) me resultó perturbadora. Eugenio Trías en “Lo bello y lo siniestro” nos cuenta que “La película comienza mostrando un labio femenino pintado de morado, mortecino, como si fuese una imagen en blanco y negro coloreada. La cámara se eleva del labio a los ojos. Unos ojos que miran primero a la derecha, luego a la izquierda, de reojo, sin que la cara se mueva. La cámara enfoca el ojo izquierdo, que de pronto queda enrojecido (más adelante, en el sueño de Scottie, aparecerá la tumba vacía también enrojecida y con idénticas refulgencias siniestras). La cámara entra en el interior del ojo y se interna en la pupila. Del fondo de la pupila, como del fondo de un abismo cósmico, empiezan a brotar formas que invaden toda la pantalla sugiriendo un espacio infinito y absoluto donde la imagen envuelve en espiral al espectador. Primero una espiral roja y una segunda espiral azul, luego casi toda la gama de arco iris hasta formarse unos círculos concéntricos que forman el espectro del “ramillete de flores” de Carlota Valdés, uno de los leitmotiv de la película”. Con ese comienzo, uno puede intuir lo inquietante que puede ser.

Pues con esta película paso al segundo de los hitos de mis sueños. Durante una larga temporada, entre los 30 y los 40, tuve un sueño recurrente que lo expliqué mientras trabajaba en la obra “Ingrávido” (2012): “Nunca me ha importado confesar mi temor irracional por el momento de la muerte, generado por un incontenible deseo de vivir, con dolor, mermado en facultades, sólo, triste…, pero vivo. Este apego a la vida forma parte del reconocimiento del hecho de la propia existencia a través de la conciencia. La aprehensión de la vida mediante nuestro aparato sensible, la falta de fe en un mundo transvida, y la negación del alma como ente independiente a lo físico me impide identificar y visualizar otro estado, me impide “comprender” otra situación. Todo esto conlleva soportar el temor propio del que no puede entender ese cambio irremediable en que el yo-individuo con vida consciente, se convierte en objeto inanimado e inconsciente. El temor no es por el hecho en sí sino por la incapacidad de compresión. (En el sueño referido anteriormente, despierto sobresaltado y con vértigo al haber intentado reconocer un estado de inexistencia incomprensible para mí. Muero, pero soy incapaz de formalizar mi nueva situación. No entiendo “la nada”, no soy capaz de imaginarla y el pánico se apodera de mí”. (ver y escuchar)

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El tercer hito no es nada original (aunque supongo que los otros tampoco). Me refiero a los sueños eróticos. Los he tenido durante toda mi vida, de temas variados, extraños, placenteros, alegres, siniestros… Le puse “Sueños” (una “ópera estática”) al cortometraje que realizamos a partir de las composiciones que hizo Frano Kakarigi para mi instalación “Tres estancias de un apartamento burgués. Eros” (2007), una exposición basada en las obras “La bacanal de los Andrios”, de Tiziano, “Las 120 jornadas de Sodoma” del Marqués de Sade, y en la poesía de San Juan de la Cruz, para poner de relieve tres aspectos del erotismo.

Mis sueños húmedos me suelen producir el mismo efecto desconcertante que, por ejemplo, “Mulholland Drive” (2001), película de mi admirado David Lynch. Nunca me interesó mucho el Surrealismo como movimiento artístico ni como teoría del automatismo simbólico, pero me parece que algunas obras son simplemente maravillosas. No entiendo a los sueños como un catálogo de símbolos para su interpretación, y aunque admiro y he leído con fruición a Freud, siempre me sedujo más como estudioso de la civilización que como psicoanalista. Me interesan mucho los sueños en el plano formal como generadores de sensaciones. Por eso me gusta mucho Lynch. A diferencia del citado thriller onírico de Hitchcock, en el que se nos desvela la situación para que sea entendida en un marco narrativo coherente, en la película de Lynch, los hechos suceden y la conexión entre ellos es incomprensible, y aún así, son planteados de una manera natural y lógica. Es lo que pasa en los sueños. Estamos en Sevilla y al girar la calle aparecemos en una plaza de París sin que cause el mayor asombro. Es natural. Todo continua y mientras hablas con tu acompañante su cara se ha trasformado en la de otra persona, pero tú sabes con quién estás hablando. Esta estructura de los sueños (por cierto, creo que no deberíamos confundirlos con la fantasía. Se pueden tener sueños fantásticos, si eres un fantasioso, o no, si no lo eres tanto) la lleva al extremo David Lynch en su último largometraje “Inland Empire” (2006) en la que crea una narración de situaciones solapadas, personajes mutantes y una singular relación del espacio-tiempo. Un sueño en estado puro.

He puesto estos dos ejemplos del cine de Lynch a los que podríamos sumar “Lost Highway” (1997). Si se fijan, las tres películas tienen el título de una referencia geográfica, dos reales (Mulholland Drive es una carretera de Los Ángeles, California, Inland Empire es el área metropolitana de Riverside-San Bernardino-Ontario, también en California) y otra ficticia (Lost Highway es un hotel). Y esto nos lleva al cuarto hito: Mis sueños suceden fundamentalmente en un entorno urbano, un espacio complejo de conexiones imposibles y recorridos estrafalarios. Espacios prácticamente vacíos y ciertamente conflictivos. Edificios, hoteles, escaleras, calles, caminos, plazas, metros, puentes. Siempre un recorrido con subidas, bajadas, carreras, huidas… Por eso me encanta el cine de Lynch. Es lo más parecido a uno de mis sueños. “El Sueño de Isabel”, obra de 2010, recoge algunas de los elementos que he comentado en este escrito, siendo esta una instalación concebida y realizada como un verdadero sueño.

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Matemática danzante

El 19 fue un año de mucho trabajo y dedicación para producir la muestra “Cierto horizonte”, organizar el estudio y plantear nuevos proyectos. Estuve tan inmerso en estas tareas que no me di cuenta de que hacía 100 años que se produjo un acontecimiento importantísimo para el devenir del arte y la arquitectura. En 1919 fue fundada en la ciudad alemana de Wiemar, la “Staatliche BAUHAUS”, la mítica escuela de arte. Hubiera sido una bonita excusa para haberle hecho un merecido homenaje, y me hubiera encantado. ¡Ya cien años! En los 80 aún resonaba su eco y era guía para muchos de nosotros en nuestra búsqueda de la “modernidad”.

Para JGARCÍA fue una de las más importantes referencias, algo legendario, y en mi estancia en Berlín en el 2003 por fin tuve la oportunidad de coger un tren y dirigirme a Dessau, donde se encuentra la famosa segunda sede de la Escuela, diseñada por su fundador y director (1925), el arquitecto Walter Gropius. Fue algo realmente emocionante, una visita llena de reverencial devoción.

(Segunda sede de la Bauhaus en Dessau. Antes y ahora)

Pues, aunque ya estamos a finales del 2020, me parece un buen momento para tener un recuerdo de esta escuela de arte, a través de una de las personalidades más interesantes y fundamental para definir el espíritu Bauhaus, y en una fecha oportuna, ya que, en el inminente mes de diciembre, se cumplen los cien años de la contratación por Gropius del artista Oskar Schlemmer para ser profesor “Maestro de forma”, en la primara sede de Weimar.

De todo el claustro de profesores siempre tuve debilidad por Schlemmer, que junto a Johannes Itten, fueron quienes comenzaron a dar forma a una nueva manera de enseñar arte. Aunque hoy en día se puede ver a la “nueva pedagogía” de la Bauhaus y a sus estrategias, como algo bien definido, claro y planificado, en realidad fue todo lo contrario. Hija de los convulsos tiempos de la Alemania de posguerra y enmarcada en la muy inestable y potencialmente explosiva República de Weimar, la escuela -que tuvo un tiempo de funcionamiento corto, 14 años- se fue definiendo a golpe de conflicto político/institucional y de debate de ideas y tensiones entre profesores y también con los alumnos. El manifiesto fundacional redactado por Gropius en abril del 19, lo que quiere transmitir es que había llegado el tiempo -tras el desastre de la reciente guerra que había dejado a Alemania en la ruina económica y moral y con necesidad de realizar profundos cambios- de acabar con la frontera entre artistas y artesanos, y que, con el “edificio como último fin de todo arte, entre todos se tendría que desear, concebir y crear el nuevo edificio futuro que constituiría todo en una última forma: arquitectura, escultura y pintura”. Para llevar a cabo ese fin, “como símbolo cristalino de una nueva fe” (diríase una religión laica ¿podríamos decir “masónica”?), Gropius llamó para su puesta en marcha a Lyonel Feininger, Gerhard Marcks y el citado anteriormente Johannes Itten. Los dos primeros, artistas expresionistas, muy alejados del lenguaje radical por el que se recuerda a la escuela, y el tercero un artista experimental con experiencia en el sistema educativo que fue el que realmente le dio el primer impulso pedagógico poniendo en marcha el mítico Curso Preliminar, cuyo objetivo era “el conocimiento y la evaluación correcta del medio individual de expresión” y la “liberación de las fuerzas creadoras en el estudiante”. En el siguiente año se unieron George Muche, Oskar Schlemmer y Paul Klee y posteriormente Wassily Kandinsky. Me quedo aquí. No quiero que esto parezca una mala clase de historia del arte. Pero es interesante saber el perfil de los profesores que pusieron en marcha la Bauhaus. Por un lado, tenemos a dos artistas expresionistas de cierto carácter figurativo y metodología tradicional (Feininger, Marcks). Por otro, dos pintores de un naciente abstraccionismo de vanguardia de índole “teosófica” (Klee, Kandinsky) y finalmente dos artistas polifacéticos experimentales y “metafísicos” (Itten, Schlemmer). En este ambiente de “espiritualidad” creativa arrancó la escuela. Nada que ver con el “racionalismo materialista” en el que terminó. Algunos de estos profesores continuaron en la etapa de Dessau y otros no por conflictos con otros profesores y grupos de alumnos sobre la dirección que tenía que tomar el centro, entre una visión transcendental e individual y otra funcional y colectivista (duro conflicto Gropius-Itten, que acabó con el despido de este último y la contratación de Laszlo Moholy-Nagy). Esta última estrategia ganó y la Bauhaus se convirtió en una escuela de producción arquitectónica al servicio del planeamiento.

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(Manifiesto Bauhaus con la ilustración “Catedral” de Lyonel Feininger)

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(Sellos de la Bauhaus. el primero del 19 por Johannes Auerbach y el de abajo de Schlemmer del 22)

Mi admiración por Oskar Schlemmer se cimentó a través de su trabajo en el teatro, el movimiento y la geometría. Él, que aunque era un artista de vanguardia que rechazaba la artesanía y las formas artísticas antiguas, tampoco entendía que el arte se tuviera que subordinar a la arquitectura como casa común. Él era un humanista y ponía al “hombre” (muy ajustado a una de las ideas que promovió Gropius: “Un hombre nuevo para una nueva sociedad”) en el centro: toda creación debería partir de él y tender hacia él. Aunque compartía la visión de una aplicación industrial de la práctica artística, pensaba que esa no era su verdadera esencia.

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(Dibujos, pinturas, máscara -la chica de la silla Wassily de Breuer- y teatro de Schlemmer)

Magnífico pintor, era un apasionado del espacio, de su intervención y de la relación de este con el tiempo. Ya antes de entrar en la Bauhaus comenzó su investigación para un “nuevo” teatro. Un teatro que sirviera “a la necesidad metafísica del hombre, en tanto que establecer un mundo imaginario y lograr lo trascendental sobre la base de los racional”. Un “teatro de caracteres” que se diferencia del literario y del político. Desarrolló una serie de proyectos junto al músico Paul Hindemith, siendo el más conocido de ellos, y por el que es referencia en las artes escénicas, el “Triadisches Ballett”. Un teatro de la forma o como decía él “matemática danzante”. Desarrolló una composición espacial en movimiento en la que el vestuario, una serie de singulares estructuras geométricas, determinaba las posibilidades del movimiento de cada uno de los personajes.

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(Ballet Triádico)

Estoy convencido de que Schlemmer y su obra “espacial” fue el resultado más genuino de la experiencia de la escuela alemana. Una verdadera renovación del lenguaje artístico, propiciado por nuevas tecnologías y medios, con el que se revolucionaba todas las categorías artísticas al uso: pintura, escultura, música, danza, sin caer en lo que él llamaba “nueva academia moderna” de artes aplicadas, dedicada al diseño de mobiliario, tejidos, cerámica, al servicio de la arquitectura como única vía creativa.

Como para JGARCÍA la Bauhaus fue fundamental, en el tercer número de la publicación “Inediciones” quisimos hacer un homenaje a Schlemmer y su Ballet Triádico. Conseguimos, gracias a la Filmoteca Alemana unas copias en VHS de la reconstrucción que realizó la coreógrafa Margarete Hastings en el año 70. Aunque nuestro objetivo era conseguir las imágenes de la filmación en cine de una de las puestas de escena en un festival de teatro por el propio grupo de la Bauhaus, que sabíamos se encontraba en el archivo alemán. Pero nunca pudimos verla. Quizá algún día. Hoy es muy accesible la visualización de la reconstrucción y en el Museo Reina Sofía hay una sala dedicada a la obra. Para el homenaje en nuestra publicación dedicada a los Números, contamos con Fredius Dardé, uno de los pioneros de la animación y arte 3D digital, para que nos ofreciera su visión de esta obra icónica.

(Reconstrucciones)

(Inediciones 3)

(“Aleph uno” de Fredius Dardé para Inedicion3es, 1999)

Ver Inedicion3es



Comer, beber...

¡Salud amigo!


“El simposio (“sympósion”) comienza al final del banquete (“deînon” o “sýndeipnon”). Cuando ya se ha concluido la comida y los comensales pueden dedicarse alegremente a beber en amistosa compañía y a conversar con entera libertad. Los sirvientes despejan las mesas, aportan perfumes y ligeras coronas de mirto, y escancian generosamente el vino en las copas. La mezcla de la bebida, la música de las flautas, la belleza de los muchachos y las danzarinas ocasionales, todo ello contribuye a la festiva atmósfera en la franqueza jovial que el momento propicio, discurren en charlas desenfadadas. El ambiente rumoroso ‘adormece las penas y despierta el instinto amoroso’, como dice Jenofonte, mientras circulan las copas y las palabras alegres.”

Carlos García Gual. Introducción a “El banquete” de Platón, Alianza Editorial, 1987.

 

Decía el artista polaco/japonés Koji Kamoji, que un buen artista tendría que ser un buen cocinero. Nos los decía (a JGARCÍA) en una maravillosa cena que había preparado durante nuestra estancia en Varsovia, mientras disfrutábamos de una residencia artística atendiendo a su maestría. Creo que un cocinero no tiene por qué ser un artista, ni un artista tiene por qué ser un buen cocinero, pero su afirmación me parece muy interesante, ya que la relación que puede existir entre el arte y la cocina (yo siempre he pensado que la cocina tiene más que ver con la alquimia) puede estar en que en la preparación se manejan similares estrategias con la materia, y al final el resultado tiene un efecto sobre el receptor. No me refiero a lo que impera en los últimos tiempos, una presentación estetizante, que me parece muy bien, me refiero en general a que la buena comida no es la suma de varios elementos, sino algo más, y en cuanto al efecto que produce, no me refiero a la pretendida y pedante sublimación de texturas, olores y sabores, sino a la especial disposición que genera en el estado de ánimo. Esto lo sabía muy bien Agatón y sus invitados a “El banquete” que propuso Platón como marco para su discurso sobre el Amor.

Sabemos que no todas las comidas son así. ¿Quién no ha sido invitado a alguna cena en la que se haya sentido incómodo por comer mucho, comer poco… por no saber cómo actuar? En el fondo el anfitrión había preparado la comida para él, no para sus comensales. ¡Qué ganas de salir corriendo! En mis estancias en Centroeuropa también me resultaba muy incómodo el enfoque individual que se le da al hecho de alimentarse. ¡Qué desagradable comer mientras otra persona está en la mesa y no quiere participar de tu comida!

No sé cuándo comenzó mi interés por la cocina. Supongo que cuando empecé a entender lo que hacía mi madre. Ella no era muy del gusto de dar explicaciones, lo que le interesaba era el resultado. También he heredado eso de ella, pero en otros ámbitos. El proceso era un código personal, que como he dicho antes se asemejaba más a la alquimia, a la transmutación de la materia, y solo al alcance de iniciados. Incluso cuando ya era mayor y me dejaba cocinar (he de reconocer que le gustaba como lo hacía y a mí me gustaba cocinar para ella), nunca llegó a revelar al completo cómo concluía sus platos. Pequeños toques de genio que a ella le gustaba mantener en el misterio. Como algo mítico. Yo, como con otros maestros, no aprendí de ella por imitación, sino por una comprensión de su actitud. (Aprovecho para homenajear a esas mujeres, madres mediterráneas, verdadero matriarcado, articulador de sociedades y transmisor de cultura.)

Creo que mi interés por la cocina empezó casi a la par que mi práctica artística sistemática, cuando ya pasada la adolescencia y la primera juventud alcancé cierta serenidad de ánimo. Muchos banquetes y muchos simposios se han sucedido desde entonces.

(Imágenes de la carpeta de obra gráfica PEQUEÑOS PLACERES, 2003)

La relación entre arte y comida, -yo siempre he pensado que son de naturaleza distinta, aunque los dos son de una grandísima importancia cultural- se puede apreciar muy bien en el tratamiento que le ha dado el cine. Las cualidades sensoriales, y el modo de establecer relaciones con la comida, que posibilita la creación de personajes arquetípicos, han generado discursos fílmicos muy interesantes. Me gusta mucho la visión que nos ofrecen ciertos cineastas orientales que es muy ajustada a su manera de entender la cocina y la interpretación poética de los hechos. Entre ellas destaco una película que considero de una maravillosa sensibilidad formal “El olor de la papaya verde”, película vietnamita de 1993, escrita y dirigida por Anh Hung Tran.

Pero reconozco que las películas que más me han interesado son la que se relacionan con el barroquismo del exceso y la exuberancia, y entre ellas hay dos que me gustaría reseñar: la primera, una película del presuntuoso y postmoderno cine de los 80, que adoro, “The Cook, the Thief, His Wife & Her Lover” (1989), producción franco-britanica, escrita y dirigida por Peter Greenaway, con fotografía de Sacha Vierny, música de Michael Nyman y vestuario de Jean-Paul Gaultier.

Aunque sobre esta película he leído interpretaciones de lo más variopintas y peregrinas, alguna relacionadas con el gobierno de Margaret Thatcher (me pregunto que tendrá que ver una guarida de chabacanos bandidos, con la estirada y austera comehuevos –es famosa su dieta de hasta 28 huevos semanales- primera ministra británica), yo pienso que es un drama shakespeariano que se desarrolla como una ópera en los distintos ámbitos de un restaurante. El poder, las intrigas y traiciones, el amor y el sexo, los excesos y contrastes… y como no, el asesinato, la muerte. Todo transcurre en nueve comidas, en un contexto mafioso y soez de derroche e insensibilidad, en realidad, un desprecio a la civilización.

Nunca me gustó comer solo. Creo que la comida es de las pocas cosas que me remiten a la sociabilización. Comer es como el sexo para el humano, y esto lo diferencia de los animales: ellos engullen para nutrirse y tienen sexo para procrear. Nosotros engullimos muchas veces, pero la mayoría almorzamos o cenamos con cierto placer, y también tenemos sexo, pero lo que realmente nos gusta es la parafernalia del erotismo. Por eso, no me resulta agradable comer solo. Prefiero las comidas de doce horas dedicadas a Rossini, a Beethoven, o con la ilusión de ver una buena faena de Morante o Castella, y siempre hablando de arte. Creo que el banquete/simposio es una de las situaciones que mejor me hace sentir, que me aleja de mi tendencia anacoreta, misántropa y escurridiza, y considero que es una de las grandes herencias de la civilización.

Este gusto por el exceso en la comida y en la bebida me lleva a otra de las películas de cocina que más me ha impresionado. Cuatro tipos de valía, asqueados y decepcionados, deciden reunirse para que un eterno banquete acabe con sus vidas: “La Grande Bouffe” (1973. Producción franco-italiana)

Maravillosa e inquietante película del genial Marco Ferreri, escrita junto a Azcona y Francis Blanche, con fotografía de Mario Vulpiani y música de Philippe Sarde. Ferreri llamó a cuatro de los más icónicos actores europeos, Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Michel Piccoli y Philippe Noiret, para caracterizar a sus protagonistas. También he leído multitud de interpretaciones casi todas bajo el reduccionismo simplista del materialismo imperante. Yo creo que es una película que plantea el desencanto al que nos lleva la consciencia de la relación vida-muerte. Un alegato libertario sobre el deseo y la insatisfacción, sobre la cultura y la amistad.

LA CENA es un proyecto que tengo abierto desde hace un tiempo. He trasladado al ámbito de la comida, los conflictos generados por los dos aspectos que arman los procesos de civilización, el “apolíneo” y el “dionisiaco”, y que desarrollé en GEOMETRÍA DEL DESCONCIERTO. LAS BACANTES. Una cena que es el drama entre razón y pasión. Un proyecto abierto, ya que, bajo esa premisa me permite ir abordando diferentes obras tanto en formato como en planteamiento. En estas navidades voy a hacer un “hecho” artístico a modo de gran banquete. Ya iré contando.

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¿Sí o No?

Organizar un archivo tiene algo de arqueología. Hay que ir accediendo a las distintas estratigrafías de material de una misma época, ordenarlo para que tenga coherencia y después hacer una interpretación lo más ajustada posible a la realidad. Un estudio es un lugar de acumulación en el que algunas veces hay que intervenir con pala retroexcavadora y otras con pinzas, y en esa tarea, como en los buenos yacimientos, no se llega nunca a terminar. Por otro lado, los nuevos archivos digitales son una especie de laberinto, en el que casi nunca tenemos el hilo de Ariadna para poder orientarnos. Una sucesión de puertas que unas veces nos llevan a ninguna parte, otras al punto de partida y casi siempre tienes la sensación de haber pasado por ese sitio ya. Cuando por fin logras llegar a algún lado, este es una escombrera donde se amontonan, por ejemplo, esquemas visuales de alguna obra, pistas de sonido grabadas con un formato desfasado, y las fotos de la comida de Navidad con tu familia. En fin, una tarea absorbente en la que conviene tener mucha paciencia. Aun así, ya he avanzado bastante hacia el objetivo que me propuse en el 18 de ordenar, clasificar y catalogar mi trabajo.

Pues ando revisando las obras que quedan fuera de los 5 bloques principales en los que he organizado mi catálogo (ver Proyectos), o que pueden entenderse independientemente como separatas. La mayoría son pequeñas piezas audiovisuales, colecciones de dibujos o diversas rarezas…

En esta hoja de este cuaderno me gustaría hacer referencia a un “entretenimiento”, un “juego” de los primeros años de este siglo. En esa época andaba enredado, tras la disolución de JGARCÍA, en una serie de reflexiones que me ayudaran a entender ciertos aspectos relacionados con la naturaleza de lo que estaba desarrollando. Quería esclarecer que importancia tenía para mí, y porqué, el arte. ¡Menudo jardín!

Decepcionado con la academia imperante de ingeniería social y del arte como estrategia política a modo de pseudo-ciencia, en general decepcionado con el pensamiento que la soporta, necesitaba una nueva perspectiva. Para ello ideé una serie de iniciativas que con el nombre “ACCIÓN/REFLEXIÓN” me posibilitaran una práctica crítica.

Creo que compartirán conmigo, que en el siglo XX se produjo un gran desconcierto en nuestra relación con el arte. Seguro que alguna vez se habrán visto en la situación, algo incómoda, de no “entender” bien por qué esa “cosa/artefacto/documento” que observaban era catalogado como arte en galerías o museos. No se preocupen por reconocerlo, a todos nos ha pasado en alguna ocasión. Se podría decir que este desconcierto fue el resultado del gran terremoto producido por la irrupción de las vanguardias de principios de siglo. Es verdad que este momento, coincidente con la aparición de nuevos medios como el cine y una incipiente industria cultural, es un punto de inflexión, pero no es menos cierto que centrarlo en ese contexto únicamente sería una visión simplista y reduccionista. Se han ido produciendo distintos “terremotos” de más o menos intensidad a lo largo de los siglos de lo que podemos llamar “arte occidental”. Diríamos, simplificando también en exceso, que el pensamiento occidental ha evolucionado, a través de cambios de paradigma, mediante el análisis crítico. Eso, desde luego, también ha afectado a la teoría y práctica artística, planteándose una evolución por sucesivas rupturas, muy distinta a la evolución oriental basada principalmente en una continuidad en la maestría. Se podría decir que el arte occidental es una “construcción” intelectual y el oriental una realidad física. Simplificando mucho, claro.

Las distintas teorías artísticas y la Estética, como disciplina del pensamiento, han variado a lo largo de la historia siendo el reflejo de las diversas cosmovisiones generadas por el pensamiento, que han tenido la necesidad de explicar “eso que llamamos arte”. ¿Por qué es importante el arte? ¿Quién hace arte? ¿Por qué tiene prestigio y cómo influye en otras actividades? Y finalmente la pregunta: ¿Qué es realmente el arte?

Han habido muchos puntos de vista para responder a estas y otras preguntas que se nos plantean. Los ha habido desde la antigüedad, desde Platón y su “Belleza como Idea transcendente”, Aristóteles y la “mímesis” y la “catarsis”, el “arte como vestigio de lo Divino” en la Edad Media, la posterior creación como disciplina autónoma de la Estética en Kant y su “crítica al juicio”, El “Genio y la Inspiración” de Hegel, Benjamin y el “arte posaurático”, la “estetización general de la existencia” de Vattimo, hasta llegar a la “muerte del arte” de Danto…

Pues la intención de esta entrada es la de proponerles un pequeño juego que quedó hace unos lustros en una de esas carpetas perdidas en el laberinto de puertas de mi disco duro, y que no llegué a plantearlo en su momento por eso de que unas cosas tapan a otras y así, hasta que al final desaparecen sepultadas. Lo acabo de recuperar ahora en una de mis excavaciones y creo que, aunque no es la manera en que estaba previsto, sí puede ser una forma tranquila y agradable de verlo. La idea es la siguiente: a continuación hay 100 imágenes que se abrirán al pincharlas, y con las que se plantea la siguiente pregunta ¿Es arte, SÍ o NO? Las fotos no se acompañan de ningún crédito, para que ni el autor ni ningún otro dato puedan influir. Son imágenes de procedencia diversa, y aunque esta condicionalidad pueda parecer tramposa, por presentarse descontextualizadas, creo que es muy parecido a cómo se nos ofrecen en nuestro mundo contemporáneo y puede que sea uno de los motivos nuestro desconcierto. Una vez terminado el recorrido fotográfico, podrán ver los créditos para contrastarlos con su percepción. Si se animan a “jugar” le aconsejo que cojan un papel y un lápiz y vaya anotado SÍ o NO a cada número que vaya viendo.

Adelante:

(si está interesando en este juego, ruego se ponga en contacto conmigo por correo-e)



No sé si habrán sacado alguna conclusión o si el desconcierto es aún mayor. Al menos espero que hayan pasado un rato entretenido.

Yo tampoco tengo muy claro cuál es la naturaleza del arte. Sí creo que tiene dos parcelas que, aunque son comunicantes, pueden ser independientes. Una es la “creación artística” que se articula en torno a una serie de herramientas técnico-formales y conceptuales, y otra, la “experiencia artística”, que requiere de una sensibilidad propicia y un “objeto” desencadenante. La concordancia de estos dos requisitos nos puede dar muchas pistas acerca de cómo funciona.

En su necesidad de entender el medio, el ser humano ha ido desarrollando una serie de mecanismos que le han facilitado el conocimiento de la realidad. La filosofía y la ciencia se han ido afinando para llegar a ser las herramientas más poderosas para descifrarla, pero hay algunas parcelas de esta que solo se pueden asimilar desde otros puntos de vista, por ejemplo, desde la religión, la mística y en algunos casos incluso la magia. De la misma manera, el arte, o la “experiencia artística” nos posibilita vías de acceso al conocimiento de ciertos aspectos de la realidad a través del “objeto artístico”, y lo paradójico, y creo que ahí es donde reside el desconcierto realmente, es que a ese conocimiento solo se puede llegar por este camino, y por eso, por más libros que leamos y aunque queramos destripar a este “objeto”, como a la rana en el laboratorio, no llegaremos a descifrar como al ver o escuchar ciertas obras, podemos llegar a comprender el mismísimo Universo. Sucede.








Él solo sabe pintar

Recuerdo que hace 25 años se celebró el centenario del nacimiento de uno de los pintores que más influyeron en mis primeros pasos en esto que llamamos arte. Es muy estimulante para un joven de provincias (que no provinciano) ver como del sur se puede llegar al París de vanguardia de la primera mitad del siglo XX, codearse con el mismísimo Picasso, y crear un lenguaje particular en ese universo cosmopolita del cubismo, manteniéndolo con vigor hasta el final de su vida de 89 años, lleno de originales visiones para una renovada iconografía de una ciudad tan dibujada y representada como Granada. Me estoy refiriendo a Manuel Ángeles Ortiz.

En mi época como discente, por cierto, bastante caótica y verdaderamente improductiva, tuve la suerte de pasar unos años por la que antes se llamaba Escuela de Artes y Oficios, y relacionarme con algunos personajes, entre ellos con José Miguel Castillo Higueras, que me facilitaron conocimiento y cercanía a artistas, hechos e instituciones, ayudándome a ilusionarme por esto de la creación. Aunque no llegué a conocer personalmente al pintor jienense, es uno de los artistas que más contribuyeron a configurar mi primer lenguaje formal. Su capacidad de síntesis expresiva, su facilidad para una representación eficaz, su modernidad a la hora de usar un estilo de “prestigio” como el cubismo, y la ausencia de retórica, me parecieron la mejor guía para empezar a trazar un camino personal. Su influencia es manifiesta en mis primeras obras públicas, las tres serigrafías de 1993, trabajo fundacional del equipo JGARCÍA (1993-2001), así como en la serie “Escenografías” del 94.

(3 Serigrafías de Granada, 1993)

(50 dibujos, 1994)

Siempre he tenido predilección por sus “Cipreses”, sus “Albaycines” y sobre todo por sus “Homenajes al Greco”. Pero particularmente me entusiasman sus rotundos y delicados papeles recortados y collages de mediados de los 60.

Portada del catálogo de la exposición de 1980 en el Museo Español de Arte Contemporáneo)

Portada del catálogo de la exposición de 1980 en el Museo Español de Arte Contemporáneo)

Pues bien, este viernes pasado se ha abierto al público en Granada la exposición “Él solo sabe pintar. Manuel Ángeles Ortiz y Manuel de Falla” como parte del programa de los XXVI Encuentros Manuel de Falla, organizados por el Archivo del mismo nombre. Exposición comisariada por el historiador José Vallejo y a la que he aportado mi granito de arena. La muestra fundamentalmente sitúa la obra de Ortiz en el periodo de los primeros años 20 en los que conoció al maestro Falla y con el que realizó, junto a otros personajes cercanos, una serie de importantísimos proyectos que llegaron a conformar la “Edad de Plata” del arte en Granada. Vallejo nos propone un delicioso recorrido por estas “aventuras creativas… a través de dibujos, bocetos, lienzos, fotografías y documentación que narran esta intensa relación de amistad, colaboración y admiración mutua”, y en el que yo he llegado a resaltar la importancia para el arte de ciertas relaciones de amistad, que basadas en la confianza y el respeto, posibilitan un entusiasmo creativo con el que se consigue realizar grandes hazañas artísticas. El arte realmente es un arma de doble filo, por un lado, genera grandes satisfacciones cuando se entiende que se han conseguido algunos objetivos, pero también inunda el ánimo de grandes frustraciones debido a la angustiosa sensación de fracaso. Y en todo este proceso, algo que realmente ayuda a sobrevivir es una firme amistad artística.

El entusiasmo y la vitalidad que desprende esta exposición creo que se puede simplificar en la carta que le escriben a Manuel de Falla, Hermenegildo Lanz y nuestro artista: “Querido Maestro, Ahora mismo, diez de la mañana, un guardia ciclista nos da la gran noticia de haber llegado ayer por la tarde los cuadros del inmenso Zuloaga. Nosotros no vamos en persona a darle (a usted) la noticia porque nos vamos a terminar el cartel(1), pero si algo se le ocurre estamos en casa de Sabatel. ¡¡Felicitémonos!! Lanz y Manolo.” 29/05/1922 (AMF). (1) Cartel del Concurso de Cante Jondo.  

Yo también tengo la suerte de compartir estos y otros proyectos con mi amigo Vallejo en nuestra relación “Comisario-Artista”. Pero esto será motivo para otra hoja de este cuaderno.

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(Foto Inma Puertas)



Santos y Difuntos

Ese vago clamor que rasga el viento

es la voz funeral de una campana:

Vano remedo del postrer lamento

de un cadáver sombrío y macilento

que en sucio polvo dormirá mañana. (1)

 

El 15 de febrero de 1837, en el madrileño cementerio de Fuencarral, con cuerpo presente, fosa abierta y tarde crepuscular, el desconocido joven poeta de rostro pálido y larga melena, ante un nutrido cortejo de escritores enlutados, lee con sentido solipsismo un poema dedicado al suicida por amor, al joven literato de casi 28 años yacente.

El escritor suicida es “Fígaro”, Mariano José de Larra y Sánchez de Castro. Y el bardo, José Zorrilla y Moral. Este hecho, el suicidio, el entierro y la lectura del poema, quizá sea el más importante y paradigmático de nuestro Romanticismo, y el momento bautismal de Zorrilla con el que comienza un camino como consagrado poeta de fama y gloria.

(1) Primer quinteto (endecasílabo) del poema fúnebre “A la memoria desgraciada del joven literato don Mariano José de Larra”.

Hoy es víspera del 1 de noviembre, del día de “Todos los Santos”, y aunque actualmente esta fiesta ha sido colonizada por las calabazas y el “truco o trato”, existe la tradición de programar en los escenarios españoles y en algunos americanos, la obra teatral “Don Juan Tenorio” versión del mito, realizada por el escritor vallisoletano. Escrita en 1844, y aunque con un estreno discreto, en muy poco tiempo alcanzó una popularidad sin igual en el teatro español. Desde entonces, al llegar noviembre, mes de las ánimas, la obra de Zorrilla terminó por desbancar de los escenarios a la de Antonio de Zamora: “No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, y Convidado de piedra” que se ponía en escena el día de difuntos desde su estreno en 1744. Con lo que la representación del Tenorio ha sido requisito imprescindible en estas fechas, convirtiéndose en una secular tradición hispánica que ha persistido ininterrumpidamente hasta casi nuestros días.

Son fiestas para “Santos y Difuntos” y no podría haber un ambiente más apropiado y apetecido para el espíritu romántico del XIX, para escritores que vagabundeaban por ruinas y cementerios, entre leyendas, fantasmas y tradiciones, y como dice el hispanista Russell P. Sebold, definiendo una nueva cosmovisión sobre: “la metaforización ascético-mística del egoísmo y la apoteosis del poeta; la superioridad moral y artística del poeta frente a los demás hombres; el poeta como profeta enviado a realizar una misión misteriosa, posiblemente divina; la superación del no ser y la eternidad por la belleza del verso y esa comprensión que sólo se da entre espíritus sensibles y elegidos; el insalvable abismo entre poeta y sociedad conservadora; el ‘fastidio universal’ y la desesperación de verse cogido entre el vacío macrocósmico y el vacío microcósmico.” Admiradores de la Edad Media, de Góngora y hostiles al clasicismo y el realismo, con un estilo rendido a la fantasía y a la subjetividad idealizada y artificiosa. Toda una pirotecnia de pasiones. Así mismo, ellos fueron destetados por la generación regeneracionista del 98, que los veía como vacuos, falsarios y exponentes de la España más rancia.

Pues hoy víspera, me quiero unir a esta tradición romántica española haciendo un casi improvisado acercamiento, unas notas, a una posible puesta en escena de la obra de José Zorrilla. Y con ello, también quiero hacer un homenaje a esta generación de escritores marginales para nuestra cultura contemporánea, muy alejados y tan ajenos a nuestro lenguaje y nuestras vulgares pasiones. Un homenaje a mi querido Espronceda, a Gómez de Avellaneda, Bermúdez de Castro, Eugenio de Hartzembusch, Martínez de la Rosa, a Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer…, “generación” tan diversa en estilos, en sentimientos y emociones, y que aglutinó a revolucionarios y reaccionarios, liberales y monárquicos, jóvenes y viejos, vagabundos y burgueses.


DON JUAN TENORIO

Drama Religioso-Fantástico

en dos partes

Por Don JOSÉ ZORRILLA

1844

…………………………………………

Parte primera

ACTO PRIMERO

“Libertinaje y escándalo”

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ACTO SEGUNDO

“Destreza”

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ACTO TERCERO

“Profanación”

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ACTO CUARTO

“El diablo a las puertas del Cielo”

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Parte segunda

ACTO PRIMERO

“La sombra de doña Inés”

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ACTO SEGUNDO

“La estatua de don Gonzalo”

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ACTO TERCERO

“Misericordia de Dios, y apoteosis del Amor”

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Pues esta noche, sacaré los “huesitos de Santo” que he comprado, abriré una botella de vino y mientras escucho “Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni” de Mozart / da Ponte, volveré a leer la magnífica obra de nuestro Poeta Nacional, coronado de laurel en Granada el 22 de junio de 1889.









De valores y sentires. Nº2: Oakland, 1965

En el primer número de esta serie hablé de la resaca “punk” de los alucinógenos del 68. En este voy a comentar un episodio curioso de los inicios del “Flower Power”, sucedido en la California del primer lustro de los 60.

En esos momentos, ya pasados 15 años de la II Guerra Mundial y con un importante crecimiento de la economía norteamericana en la década de los 50, la Universidad De Berkeley era una de las más prestigiosas del planeta y atraía a estudiantes de todo EE.UU. y de gran parte del mundo. Como suelen pasar en los movimientos pendulares, la energía vital, económica y de orgullo patriótico, fue dando lugar en los 60 a una paulatina desafección por “el modo de vida americano” de parte de una nueva juventud que ya veía muy lejos la guerra. La nueva tensión internacional se puso en escena con la partición de Corea, su tutela por parte de las dos grandes potencias que se consolidaron tras el 45, y el conflicto bélico posterior. Dos modelos de sociedad antagónicos, que tuvieron que unir fuerzas temporalmente para luchar contra el nazismo, y que una vez vencedores, tomaron posiciones en una tensión soterrada que, dada la potencialidad aniquiladora de su nuevo armamento, se fue dirimiendo en guerras periféricas, además de en el territorio de la propaganda. Los EE.UU. encabezando el mundo occidental en la defensa de la libertad individual y económica, y el Comunismo Soviético, liderando la “dictadura del proletariado” e intentando comandar su influencia en el escenario postcolonial.

(American way of life)

En los 50, el importante avance económico americano y su potente consumo, posibilitan el nacimiento de una gran industria del entretenimiento, dirigida en particular a una juventud liberada del trabajo y de ciertas responsabilidades. Comienza el Rock’nRoll y con él toda una cultura “POPular” juvenil que se extiende como el aceite por todos sitios. Por otro lado, una nueva interpretación del marxismo, sobre todo de autores franceses, con un punto de vista menos “obrerista” y más de ingeniería social, se propaga por todos los Campus Universitarios occidentales. Así pues, en los primeros 60, la Universidad de Berkeley se convirtió en una cazuela en la que se juntaron diversas corrientes artísticas e intelectuales: “beatniks”, renovadores de las vanguardias europeas surrealistas, dadaístas o situacionismo, agentes comunistas infiltrados, teóricos marxistas, orientalistas y sobre todo muchos despistados animados por el amor libre y mucho colgado al llamado de las sustancias psicotrópicas. (Lo comentó muy bien George Harrison cuando fue a California en el verano del 67 y se encontró “gilipollas, drogados, niños tontos y una filosofía absolutamente absurda”).

(Protestas en el Campus)

Es en este puchero y con estos ingredientes donde se cocieron las primeras escaramuzas contra la “Doctrina Truman” (por cierto, estrategia razonable ante el expansionismo comunista en el 3er Mundo, sobre todo si no se hubieran apoyado para este fin en sátrapas y dictadorzuelos bananeros que ejercían un poder corrupto, arbitrario y despótico).

(The wild one, 1953)

En 1953 se estrena la película “The wild one” (Salvaje), dirigida por László Benedek y protagonizada por un en ese momento estelar Marlon Brando. En ella podemos ver a un grupo de pandilleros motociclistas enredados en todo tipo de problemas en una pequeña ciudad californiana. Basada en un relato de Frank Rooney publicado en Harper’s Magazine en 1951, que narraba los acontecimientos ocurridos en Hollister en el 47, el llamado “Motín de Hollister”. En esta localidad se celebraba anualmente desde los años 30, una reunión de amantes de las motocicletas, gente pacífica y familiar en un ambiente festivo, al modo de las ferias ganaderas. Tras la guerra algunos excombatientes (más de 12 millones buscando trabajo y oportunidades) vieron en las motos un modo de vida de camaradería y fraternidad, y en el 47 fueron a la reunión californiana a emborracharse y armar bronca causando todo tipo de destrozos. Fue portada en muchos periódicos y el comienzo de la leyenda de estos grupos de moteros. Entre ellos, quizás el más famoso fue Hells Angels MC (Los Ángeles del Infierno Motor Club) creado por un grupo de veteranos de guerra y que tomaron su nombre de la popular película de Howard Hughes sobre pilotos de cazas de la I Guerra Mundial.

(Hollister, 1947)

(Cazas de combate)

El episodio que quería comentar es un encuentro “contracultural” entre los “rebeldes/salvajes” moteros y los revolucionarios de salón de Berkeley.

En la California de los primeros 60 convivía una gran variedad de tendencias de lo que se llamó “contracultura”. Por una parte, los restos de la primitiva cultura “Greaser” y el Rock’nRoll de los 50, que cuajó en las nuevas barriadas de clase obrera urbana, y que cambiaron la “gamuza azul” por el cuero del desarraigo de los combatientes en Europa y Asia y que a través de una rebeldía “romántica” y pendenciera, cristalizó en una especie singular que fue reconocida por los grandes “popes” de la intelectualidad universitaria. Allen Ginsberg fue uno de los grandes seguidores de Los Ángeles del Infierno, reconociéndolos como la vanguardia de la nueva contracultura americana. (Les dedicó el poema “First Party at Ken Kesey’s with Hell’s Angels”).

(“Bikers” 50s y 60s)

Por otro lado, se estaba generando el movimiento “Hippie” “Flower Power”, a través del cual, los grupos de izquierda canalizaron las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Berkeley fue su epicentro. En 1964 se produjeron las primeras protestas en el Campus y para octubre de 1965 se preparó la primera marcha hacia el cercano puerto de Oakland, desde donde salían las tropas para Asia, organizada por el Vietnam Day Committee y encabezada por el poeta Ginsberg y su séquito budista. Oakland a su vez era la sede de uno de los más genuinos “capítulos” de los Hells Angels.

(Marcha hacia Oakland, octubre 1965)

La marcha transcurrió tranquila y con un gran despliegue policial, pero un pequeño grupo de motoristas, que consideraban esta manifestación una deslealtad, logró romper las líneas policiales y atacó a los manifestantes. 250 oficiales pararon la trifulca deteniendo a 6 Ángeles. El reportero del San Francisco Examiner, William O’Brien, comentaba en su relato de los hechos: “Los desconcertados manifestantes anti-autoridad parecían uniformemente agradecidos por la protección policial”.

Para el mes siguiente se programó otra gran manifestación dirigida a la Bahía y para evitar enfrentamientos se planteó una reunión en la cafetería del San Jose State College. 1.000 estudiantes se agolparon para ver que ocurría entre los representantes estudiantiles, Allen Ginsberg y Jerry Rubin, y por otro lado representando a los moteros, el Angel del Infierno de Sacramento “Louis” y “Scotty, “Indian” y “Hutch” por los “Gypsy Jokers” y los “Night Riders”. Ginsberg comenzó la reunión con el toque de una pequeña campana budista y cantando “para proteger a todos del mal”. Preguntó a los motoristas: “Tenemos miedo de que los Ángeles del Infierno nos ataquen en la próxima marcha, ¿por qué?”, a lo que el representante “Louis” contestó: “No tenemos planes de hacer nada contra la ley. Me dispararon en Okinawa y Corea. Si el “Tío Sam” me quiere de nuevo, estoy listo para irme. Tengo mucho respeto por el “Tío Sam”, y por mi madre, mis hermanos y mis dos hijos pequeños”.

Un día antes de la manifestación, cinco Hells Angels de Oakland liderados por Ralph “Sonny” Berger, dan una rueda de prensa en la que comunican que se mantendrían alejados por el interés de la seguridad pública, “cualquier encuentro físico solo produciría simpatía por esta turba de traidores.”



Lavatorium (díptico)

En estos tiempos de “nueva excepcionalidad” hay un gesto que se ha vuelto primordial en nuestra rutina diaria.

Esta semana voy a comentar un par de obras de mi catálogo. Poco a poco voy organizando tanto esta web, y sus diferentes apartados, así como el archivo físico. Ya he publicado el grueso de mi trabajo bajo la clasificación establecida en la exposición “Cierto horizonte” del año 19. Cinco son las etapas fijadas: 1/La razón del número, 2/Trazando mapas, 3/El espacio ocupado, 4/Hacia el conflicto y 5/El hecho como objeto. Además de estos proyectos principales, hay una serie de obras que no encajan en ninguno de estos momentos y que las iré publicando en otra sección independiente. Las dos primeras que voy a publicar (aunque no sean cronológicamente las primeras) son dos obras audiovisuales que, aunque están realizadas en distinto tiempo y con distintas intenciones, finalmente forman un díptico, por su temática y su propuesta formal. Son “Lavarse las manos” y “Noche en Betania” y juntas podrían llamarse “Lavatorium” (o Díptico de la ablución).

“Lavarse las manos” es un pequeño audiovisual realizado en 2013 cuando trabajaba sobre algunas ideas que relacionaban el movimiento, el cuerpo y el espacio con una serie de objetos y usos cotidianos que me parecen han generado una coreografía vital, pequeñas piezas de danza realizadas en la cotidianidad de nuestra relación con el entorno creado. Lavarse las manos tiene muchas connotaciones culturales y simbólicas, la más conocida es la expresión con la que Poncio Pilato, prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y el 36, se quiso desentender del devenir de Jesucristo. También tiene connotaciones de purificación religiosa en el catolicismo, el islam o el sintoísmo, y sobre todo desde el punto de la higiene desde el siglo XIX, extrema en el ámbito médico-cirujano, desde que en 1847, el médico húngaro Ignaz Semmelweis demostró que esta práctica, literalmente, salvaba a muchas personas de la muerte.

Lo que pretendí fue intentar llevar este hecho al plano del “puro movimiento”, intentando eliminar cualquier tipo de simbolismo, y que descontextualizado se planteara en un estricto plano formal. Creo que mirando los hechos de otra manera, somos capaces de alejarnos de lo vulgar y cotidiano para poder intuir el aura de las cosas. Me parece que el arte es básicamente eso.

LAVARSE LAS MANOS, 2013. Audiovisulal, 12’37’’ (Fragmento)

La otra parte del díptico es la obra audiovisual “Noche en Betania”. Esta se ciñe más a la literalidad del episodio bíblico. El Evangelio de Juan nos cuenta como tras la muerte de Lázaro Jesús va a Betania a visitar a la familia y conmovido por la súplica de su hermana María, hizo que este resucitara. Después Jesús fue invitado a cenar y “María, tomó una libra de perfume muy caro, hecho de nardo puro. Le ungió los pies y se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume” (Ju, 12:3). Hay algunas dudas de quién es esta María de Betania, pero el catolicismo cerró la controversia a partir de la homilía del Papa Gregorio el Magno en 591 d. de C. en la que identifica a la María de Betania con la “pecadora” que según Lucas (7:37-38) en Galilea “tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de Jesús, a sus pies, y se puso a llorar. Sus lágrimas empezaron a regar los pies de Jesús y ella trató de secárselas con sus cabellos. Luego besaba los pies y derramaba sobre ellos el perfume”. Esta “pecadora” es María Magdalena. Las dos citas de estos evangelistas es de una sensualidad extraordinaria. De una carnalidad que transciende el hecho.

Así como en la primera obra me interesaba “la coreografía” y la forma en movimiento, en esta, el interés está en la confrontación del encuentro, en la piel y su contacto. Creo que son dos aspectos fundamentales que ha desarrollado el arte visual, especialmente en los siglos XVI y XVII y que siempre me han parecido fascinantes.

NOCHE EN BETANIA, 2015. Audiovisual, 9’ (fragmento)



El último verano

Esta “hoja” la voy a rellenar con algunos apuntes sobre la próxima publicación de JG/Ed., de cuya colección ya hay editados cuatro números (-0- “Mirando al cielo”, -1- “25 años”, -2- “High contrast” y -3- “El club de la heterodoxia”). Esta serie de carpetas de obra gráfica están planteadas para, con técnicas diversas, esbozar temas variados, no los principales en mi producción artística, sino más bien tangenciales pero que están presentes en mi quehacer y son referencias importantes que me ayudan a concretar ciertos proyectos (por ejemplo, “High contrast” es un paseo por la parafernalia erótica, tan útil en algunas piezas de “Tres estancias de un apartamento burgués”, y “El club de la heterodoxia” lo forman algunas de las personas que me han ayudado a definir mi forma de entender el arte y la realidad). Otro sendero que me gustaría explorar con estas pequeñas obras es el del relato gráfico, original o basado en obras clásicas del cine y/o el teatro. Este es el objetivo del próximo número: una obra de teatro llevada al cine. “Suddenly Last Summer”, obra literaria de Tennessee Williams, estrenada en New York en el 58, protagonizada por Diana Barrymore, y rodada en el 59 por Joseph L. Mankiewicz, con guion del propio autor junto a Gore Vidal, y protagonizada por Elizabeth Taylor, Katharine Hepburm y Montgomery Clift.

Mankiewicz supo dar una fantástica factura visual a este drama del sur de los EE.UU. -sur del que Tennessee Williams describió hasta el tuétano en la mayoría de sus obras-, un sur tórrido, lleno de exuberante y conflictiva vida, crecida sobre la podredumbre de la ciénaga orgánica. En este caso, esta tragedia sureña es en realidad una tragedia griega, que nos remite a un relato mitológico donde se plantea la eterna lucha de la civilización contra la insensible naturaleza y sus fuerzas primigenias e irracionales. Entre otros aspectos interesantes, -como la relación de una madre con su hijo, un enamoramiento incestuoso, un “complejo de Edipo” a la inversa-, podríamos deducir una interpretación contemporánea de la tragedia de Eurípides “Las Bacantes”, la irrefrenable seducción de una realidad desconocida, ajena a los códigos culturales de la civilización, una realidad contra la que se ha luchado durante tiempo, intentando evitarla, pero que al final se nos aparece, descarnada en toda su crudeza. La locura, la negación o como extirpar el horror con una lobotomía, el sexo y la creación, el temor a la muerte y un sacrificio ritual como última unión con la naturaleza mediante la omofagía caníbal. Todo un repertorio fascinante de recursos que, en manos de uno de los mejores directores de los años 50, se convierte en un relato de realismo gótico a plena luz cegadora del sol meridional.

Sinopsis:

“Sebastian Venable muere en extrañas circunstancias mientras pasaba el verano en algún lugar del sur de Europa. A raíz de este suceso, su prima Catharine Holly, que le acompañaba, es afectada por un trastorno mental. La madre de Sebastian, Violet Venable, perteneciente a la alta burguesía de Nueva Orleáns intenta ocultar la homosexualidad de su hijo y la verdad acerca de esa extraña muerte. El doctor polaco John Cukrowicz está experimentando una nueva técnica con los pacientes violentos: la lobotomía. Violet ve en este tratamiento una solución para que Catharine deje de decir cosas sin sentido sobre Sebastian. El doctor trata a Catharine, pero a través del suero de la verdad. Su relato será casi un cuento de terror al desvelar la espeluznante muerte de Sebastián y su repercusión en los demás.”


Para confeccionar este relato gráfico voy a remitirme a diez momentos del texto, para mí claves, relacionándolos con su instante cinematográfico, y que servirán como punto de partida de cada una de las estampas. A continuación voy a comentarlos.

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1/ La jungla acicalada

“Este era el jardín de Sebastian. Aquí figuran las plantas más antiguas que existen sobre la tierra… Algunas raras como el atrapamoscas.”

El propio Tennessee Williams en su descripción de la escena: “Los colores de este jardín-jungla son violentos. Hay gigantescos árboles floridos que sugieren los órganos arrancados de un cuerpo, relucientes aún de sangre húmeda”, nos hace una presentación de la naturaleza ctónica.

(“Y habrías visto un costillar o una pata de pezuña hendida arrojados hacia arriba y abajo, colgados, rojos de sangre, goteando bajo los abetos”. LAS BACANTES, Eurípides)


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2/ Un cielo tan negro

“Las crías de las tortugas marinas rompían el cascaron para precipitarse desesperadamente en el mar… El cielo empezaba a agitarse… bandadas de pájaros carnívoros vociferaban salvajemente. Cubrían el cielo.”

Esta escena de uno de sus viajes fascinó/perturbó a Sebastian. Fue consciente de la insensibilidad de la naturaleza. Su crueldad. Reconoció como nos empeñamos en ver la realidad solo a través del ojo de la civilización. Descubrió lo eterno.


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3/ La “grandeur”

“Una actitud frente a la vida que apenas se ha visto en el mundo desde que los grandes príncipes renacentistas fueron desalojados de sus palacios y jardines por una turba de tenderos.”

Violet se veía junto a su hijo como herederos de una aristocracia apolínea. Ella hubiera deseado crear con Sebastian una nueva dinastía fundada en la belleza y el arte. El amor por su hijo más que una cuestión incestuosa, era una proyección personal. Entendía a la “pareja” como un solo “yo” con un destino de grandeza.     


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4/ Los pájaros de la jungla

“-Catharine, no te rías así, que me asustas. –No puedes contar una historia así a gente civilizada que vive en un país moderno y civilizado… ¡Eres una puta! No estás loca. Mamá, no está más loca que yo, ¡Pero es perversa y siempre lo ha sido!”

Esta es una de las claves del relato. La locura. Ese estado mental que suele producirse cuando los engranajes individuales se desajustan del mecanismo de la civilización. Un problema para el individuo y un problema para la sociedad. A Violet no le importa la salud mental de Catharine, solo desea que su “sociedad” continúe limpia y en orden.

(“¡Otra irrisión! Estoy viendo a Tiresias revestido de pieles moteadas de cervato, y a ti, Cadmo, padre de mi madre ¡vaya risa! Haciendo de bacante con el tirso. Me resisto, abuelo, a contemplar vuestra vejez carente de cordura.” LAS BACANTES)


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5/ Lobos siberianos

“No lo conocía. ¿Por qué has parado aquí?, pregunté. Cuando encendió el cigarrillo, observé su cara a la luz de la cerilla y comprendí por qué se había parado allí… Caminaba como sonámbula… En medio de la oscuridad apareció su hocico caliente y famélico para…”

Siguiendo con referencias mitológicas, en este punto comienza el descenso a los infiernos de Catharine, y como Eurídice, es rescatada por un Orfeo con bata de doctor y suero de la verdad. Ellos sí cumplen la condición, impuesta por Hades, de mirarse a la cara cuando ambos han salido del inframundo. Mankiewicz permite que alguien se redima. En el texto original de Williams, solo queda la desolación, como al final de la obra de Eurípides, cuando Cadmo le dice a su hija Ágave: “Hija, difícilmente hallarás la alegría”.   


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6/ Cuenta atrás

“-Descúbrete el brazo. -¿Empiezo a contar hacia atrás desde el número 100? -¿Te gusta contar hacia atrás? –Me encanta, me entusiasma. ¡Cien! ¡Noventa y nueve! ¡Noventa y ocho! Noventa y siete. Noventa y seis. Noventa y… cinco. Ah, ya siento el efecto, qué raro.”

Tal y como lo plantea el autor, este es un momento de comunión. Un rito. Todos juntos reunidos en torno al “augur” esperando la verdad revelada y con una droga como vehículo: “Catharine, quiero que me des una cosa. Entrégame tu resistencia. Tu resistencia a la verdad. La verdad que vas a revelarme”.


7/ El cebo

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“¡Sí! Para atraer… la atención. ¿No lo entiende? También la utilizaba a ella, con el mismo propósito.”

Estrategias de cazadores para el engaño. Sebastian el “apolíneo” escribía un poema al año en los tres meses de verano que pasaba de viaje con Violet. Los nueve meses restantes eran de preparación. Sebastian utilizaba en estos viajes a su madre para atraer hacia él a las presas que solo no podía. Cuando ella dejó de cumplir esta misión, y a la caza de nuevas sensaciones, abandonó a Violet y reclutó a la voluptuosa y descarada Catharine.


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8/ Luz cegadora

“Fue un día tórrido. El cielo y el mar no eran de color azul, sino blanco. Un blanco tórrido a las cinco de la tarde.”

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la sábana blanca

A las cinco de la tarde.

El dramaturgo americano hace aquí una clara referencia al “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Federico García Lorca. La relación de la tauromaquia con el mundo ritual de la antigüedad mediterránea es bien conocida. Williams inserta simbólicamente en esta tragedia la última liturgia de sacrificio que pervive en Occidente.


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9/ Címbalos

“Los instrumentos consistían en botes de hojalata golpeados a la vez siguiendo un cierto ritmo. Y… y… y… pedazos de metal, pedazos de metal de distintas procedencias que habían sido aplastados para golpearlos entre sí… un estruendo ensordecedor. ¡Ooompa! ¡Ooompa! ¡Ooooooooompa!”

Hay dos aspectos interesantes en este punto: la persecución por el “monte” de estos “bacantes” modernos a un “Penteo” vestido de blanco. Ya no valen las súplicas. El ritual comenzó. Y comenzó con el otro aspecto que me parece interesante destacar, el sentido procesional, en el que la música es fundamento básico, y es necesario un recorrido

(“Cantad de Dionisos en honor al ronco son de los tambores con vuestro ¡Evoooí! ¡Evoooí! Honrando al dios que grita ¡Evoooí!” LAS BACANTES)


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10/ Devorado

“-Sebastian había desaparecido bajo la bandada de gorriones negros y desplumados, él… él yacía desnudo, tendido contra una pared blanca. Lo había descuartizado utilizando las manos, cuchillos o tal vez pedazos cortantes del metal abollado. Así había desgarrado y mutilado, para atiborrase introduciendo piltrafas de carne en sus boquitas negras, ávidas y vacías. Parecía un gran ramo de rosas rojas desgarrado, un despojo contra el esplendor radiante de la pared. -¡Doctor, arranca de su cerebro esa abyecta historia!”

Creo que casi todo está dicho. Después del intento de represión de la civilización, se desata el conflicto, se sufren las consecuencias, se reconoce el lado “dionisiaco” de la existencia y una vez superado el espanto, la sociedad se prepara para comenzar de nuevo. Y así “in aeternum”.

(“Terrible eres, terrible, y a sucesos terribles te encaminas: vas a hallar una gloria que llega al cielo”. “Yace esparcido el cuerpo, parte bajo las rocas escarpadas, parte entre la espesura de los árboles del bosque”. “La ciudad fue toda presa de delirio báquico.” LAS BACANTES)



De valores y sentires. Nº1: "Major"

Voy a abrir una serie de “hojas” de este cuaderno con el título “De Valores y Sentires”, escritos sobre episodios y personajes de la cultura popular contemporánea. Esta primera “hoja” está dedicada a “Major”, el primer punk del Berlín Oriental.

En la segunda mitad de la década de los 70, el sueño alucinado en el que, con flores en el pelo, se hacía el amor y no la guerra, se convirtió en pesadilla, y una nueva generación se despertó entre la basura y las ratas de la ruina del estado del bienestar, particularmente en NYC y Londres. El desencanto con las consignas políticas de los universitarios del “verano del amor” y ser conscientes de que bajo los adoquines no había playas, llevó a una nueva juventud sin futuro, a cortarse el pelo, deshacerse de las guirnaldas, de los símbolos de la paz, para atravesarse imperdibles y pintar su ropa con lemas que proclamaban su odio a la caspa de los melenudos/barbudos del 68 y todo lo que significaban. Llegaba la época de “la mugre y la furia”, un periodo de autocombustión nihilista.

“Actually we’re no into music. We’are the chaos”. Así se presenta Sex Pistols, según el concejal londinense Bernard Brook-Partridge: “la banda más nauseabunda nunca jamás vista, la antítesis de la humanidad”. En la primavera del 77, tras varios años de anarquía y broncas, el punk llega a su punto álgido cuando el descerebrado Sid Vicious es reclutado por el cantante Johnny Rotten (Juanito Podrido) como bajista del grupo. No sabía tocar (ni hacía falta), casi no sabía hablar, pero su actitud, su imagen, y casi su aura, eran la esencia de lo “punk”. Pues en este contexto, en el continente, al otro lado del Telón de Acero, una joven estudiante de 15 años, Britta Bergman, descubre una foto de ese tipo con el pelo pincho, cadena y candado en el cuello y mirada entre desafiante y perdida, y se preguntó: ¡¿Pero qué mierda es esta?! Britta vivía en Köpenick, barrio de Berlín Oriental, capital de la DDR, República “Democrática” de Alemania.

Como casi todas las familias del Berlín ocupado, la de Britten había sufrido las consecuencias de la creación del Muro y ella desde pequeña ya era consciente de esa situación de control que le hacía sentir como todas sus elecciones estaban siendo usurpadas y sabía que se vería privada de tomar las decisiones más cruciales de su vida y su destino. Incluso se le hurtaría la capacidad de pensar quién era o que quería ser. Tenía claro que no estaba bien que no se le permitiera leer lo que considerara, que no pudiera expresar abiertamente sus opiniones, que estuviera sometida la creatividad y la curiosidad, siendo prohibido el pensamiento independiente y libre. “Solo quiero que se me permita ser un individuo, ser quien soy, tomar mis propias decisiones.”

El verano del 77, antes de comenzar las clases, en la habitación de una amiga, recibieron la visita de un joven familiar, que en voz baja les informaba de que una pareja había logrado escapar al Berlín Occidental. Conocedora de las múltiples víctimas al intentarlo, desde que en 1962 se produjo el primer caído (Peter Fechter, obrero de la construcción de 18 años, fue asesinado por la Deutsche Grenzpolizei, cuando intentaba escalar el muro junto a su amigo Helmut Kulbeik, que sí logró escapar) y aun sabiendo las dificultades, pensó que esa sería mejor solución que quedarse: "El futuro establecido para mí en el RDA NO es aceptable. Es hora de que salga de aquí”. Pero una vez comenzado el curso, se topó con Sid. Su curiosidad y atracción fue cada vez a más, hasta que supo quiénes eran los Sex Pistols y el punk, y por fin pudo escuchar una de sus canciones: “Pretty Vacant”: “There’s no point in asking/ You’ll get no reply…” (No tiene sentido preguntar/ No obtendrás respuesta). Aquello fue como un puñetazo en el estómago, escuchar ese electrificado ruido como una poseída. A partir de ese momento, entendió, que, si no podía escapar, al menos podría “salir de allí” con una nueva actitud liberadora, un espacio propio que le permitiera expresarse como necesitaba, en un sistema ilegítimo contra el que no quería usar la violencia de las piedras, las bombas o los asesinatos. Había encontrado la manera de ser “libre”. Ese mismo día, se cortó el pelo, adaptó su ropa como pudo al aspecto que había visto en las fotos, y pintó en una de sus chaquetas: “SOY UNA ENEMIGA DEL ESTADO”.

-Fotos de las fichas del archivo de la Stasi-

En ese momento nació “Major”, primer punk del Berlín Oriental. El director de su escuela avisó, y unos agentes de la Stasi la llevaron a sus oficinas para tomarle declaración. Desde ese momento tuvo un seguimiento continuo de todos sus pasos. Al principio las autoridades del Ministerio de la Seguridad no tenían muy claro que era aquello del “punk” (“Pank” como ellos lo llamaba), pero poco a poco cuando el movimiento fue creciendo, lo empezaron a tratar como un verdadero problema, viéndolo como una basura occidental que infectaría la esencia de la juventud proletaria. Realizaron un fichero con todos los sospechosos de simpatizar con esta nueva ola, siendo llevados a la “Oficina” donde se les tomaba declaración y se le advertía del peligro de sus actividades. Se les acosaba y acusaba de subversión con penas de año y medio de cárcel, se les mandaba al ejército, o se les expulsaban de sus localidades. Se usó una guerra psicológica para que abandonaran su actitud. Los conciertos, que en un primer momento se realizaban en pisos o garajes, se producían siempre por sorpresa, pero la Stasi tenía muchos infiltrados (además de los 91.000 agentes, el servicio secreto tenía 300.000 informantes civiles encargados de vigilar y denunciar a sospechosos de no simpatizar con el régimen. Tu hermano, tu hijo podía ser uno de ellos), incluso montaron bandas para controlar sus actividades. Acabaron dando conciertos y reuniéndose en las iglesias luteranas, que era el único sitio donde estaban seguros, y donde se empezó a reunir la oposición al régimen. Es curioso como al principio, después del sermón, el pastor se dirigía a los feligreses para invitarles a escuchar algo “nuevo”. Solo los niños se ponían a saltar como locos divertidos con el atronador ruido de los chicos de las tachuelas. Con el tiempo se acostumbraron, llegando a ser el centro de concentración del posterior del punk alemán.

-La fotógrafa Christiane Eisler realizó una crónica en imágenes del periodo punk del 81-89 en Berlín Oriental y Leipzig. Se compiló en 2017 en el volumen “Wutanfal” (Ataque de ira)-

A los comunistas no les llegó a gustar nunca mucho la primera ola de punk, y no solo a aquel lado del Muro, ya que no asumían la disciplina del Partido, y eran vistos como desechos sin proyecto revolucionado para la sociedad, una escoria alentada por el fascismo y el imperialismo. Se puede ver en las tempranas reacciones de críticos e intelectuales de la izquierda española con las primeras embestidas de la furia punk: “Indudablemente los punks tienen un placer sadomasoquista en volcarse y permanecer en la miserable vida cotidiana a que nos acorralan Capital y Estado.” (Punk y fascismo: dos caras de una misma moneda. Juan José Fernández. Ajoblanco) “Los cantautores han removido y soliviantado más con una sola de sus canciones que todos los punks” (Pim, pam… Punk, Carlos Tena, Mundo Obrero)    

-Tim Mohr hace una crónica maravillosa de la epoca de “Major” en su libro “Burning down the haus: PunkRock, Revolution, and de fall of the Berlin Wall”, 2017-

 


(Después de la muerte de su novia Nancy Spunge, desangrada en la habitación 100 del Hotel Chelsea de NYC y tras haber pasado un periodo de desintoxicación en la cárcel, Sid Vicious apareció muerto de sobredosis el 1 de febrero de 1979. Su madre encontró una nota el bolsillo de su chaqueta: “Hicimos un pacto de muerte, yo tengo que cumplir mi parte del trato. Por favor, entiérrenme al lado de mi nena. Entiérrenme con mi chaqueta de piel, vaqueros y botas de motociclista. Adiós”. Había sido incinerado unos días antes)